Éste es uno de esos restaurantes de barrio que no han evolucionado y que, por tanto, no suelen aparecer en las guías, pero que siguen elaborando una comida casera estupenda por un precio comedido. Empezamos con una empanada de carne y unas zamburiñas estupendos. Seguimos con una merluza a la vasca y un lacón con grelos muy buenos. Y terminamos con unas filloas flambeadas sobresalientes. Lo regamos con una godello de Valdeorras (Ruchel 2009) que se dejaba beber (13 euros). La carta de vinos es casi inexistente, pero se come muy bien...
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