Interesante

Restaurante instalado en antigua fábrica modernista.
Techos altos, mucha madera, iluminación ajustada.
en la comida RCP deficiente, no por falta de calidad sino de cantidad.
precios altos en los platos (todos los segundos por encima de 25 €), en el vino (bebimos un Belond.Lurton por 50 €) y en los postres (todos por encima de 9 €)

El servicio de la propietaria es exquisito pero egoista, en el sentido (no se me aceleren) de que no ha sabido inculcar (o exigir?) a sus colaboradores el mismo trato, no sabes de qué son los panes que te sirven debes preguntarlo, no te muestran el corcho del vino hay que pedirlo, no saben "vender" y/o acompañar al comensal (este plato será muy denso? no, está bien), respuestas escuetas y con cierto aire de "que pesaito es el niño"....

en resumen, el local está bien pero con dos tonterías más sería un sitio para visitar con frecuencia y quedar contento, es una lastima pero para gastarnos 60 euros por cabeza más vino la oferta es muy grande

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