Cena con un cliente.
Me cita en el Port Olimpic, malo pensé. Este quiere que dejemos de hablarnos. Me dice que noooo, que de verdad está bieeeeeennn, que lo llevaron una vez y comió decentementeeee. Extrañado no, extrañadisimo me quedé. Me citó en otro sitio de nivel: Kennedy (irlandés del Port Olimpic) donde todavía tienen vasos de tubo y... ¡los usan! Mal presagio para el resto de la noche.
Vamos al restaurante. Se accede por un paseillo repleto de ¿oferta? donde el incauto cliente va sorteando los diferentes establecimientos que ofrecen clónicamente lo mismo.
Guiris de todos los tipos y colores. Ellas minifalderas y extremadamente apretadas. Precioso.
Mesas pequeñas y amontonadas cubertería y vajilla de menú barato (de esos tenedores que se doblan). Copas infames.
Pedimos: una de jamón (un horror), nos lo cambian (otro horror), nos lo vuelven a cambiar (normalito, normalito). No entiendo por qué no nos entendieron a la primera, quizá nuestro ruso no era muy bueno.
Unos berberechos al vapor (solamente aceptables)
Mi acompañante se tomó unas gambas de Palamós (eran frescas, bien). Yo me equivoqué pidiendo un bacalao a la brasa (demasiado hecho).
Una botella de Terras Gauda a 33 euros!!!!
Dos cafés cada uno (bien) y dos copas de Glenrothes para bajarnos un Cohiba (creo que) Siglo III).
Servicio de chiringuito.
Los baños es posible que sean acogedores
No pagué yo