A mejorar

Día festivo en Madrid en que apetece dar un paseito por lo antiguo, Retiro, pequeño aperitivo en el Círculo de Bellas Artes y parada en este restaurante al lado de Opera, donde había reservado por un club gastronómico de los que adelgazan en un buen pico "la dolorosa". Comida para 2 adultos y una peque.
El local tiene una decoración con ese aire chic algo fingido pero con un conjunto muy agradable, salón a nivel de calle luminoso y otro en el sótano que no curioseé por estar sin servicio y apagado.
Nos atiende Francesco, que amablemente se presenta como dueño y chef, aunque en la cocina oficia otro (el titular). Nos acomoda en la mesa junto a la entrada, vestida con "caminos", cómodas sillas a un lado y asiento corrido en el otro, buena vajilla y cubertería, cristalería Schott. Mesas bastante juntas.
La casa nos obsequia con unas aceitunitas y unas lascas de parmesano con reducción de chianti. Siguiendo las recomendaciones de Francesco compartimos una Stracciatella de mozzarella con rúcula, tomate y salsa de cítricos. Bien la mozzarella, pero el conjunto insulso. También una Pancarta música rellena de boletus, trufa negra y huevo de codorniz. Sabrosa, conseguida y afinada la armonía. A la larga lo mejor de la comida.
Para la peque, pasta: Mediaslunas rellenas de provolone y speck salteado con mantequilla y salvia. Buenas.
Como principales, Tagliolinis al limón con langostinos en tulipa de parmesano. Muy bien la tulipa y la pasta, los langostinos totalmente secos por recalentados, según me indica mi mujer.
Similar al problema de mi guarnición en la Stracetti de ternera con alcachofas frescas sobre reducción de chianti, con una ternera en tiras tierna y sabrosa acompañada de unas alcachofas tiesas y recalentadas que estropeaban el plato.
Pedimos solo un postre, Panacotta con frutos rojos, correcta.
Un capuccino y un espresso, buenos cafés. Dos botellas de agua.
La carta de vinos casi exclusiva de referencias italianas (unas 25), con españoles testimoniales (2 blancos y 3 tintos, Beryna crianza 24 €). No puntúo el servicio de vino ya que no pudimos apreciarlo.
Mi mujer tomó una copa de Chardonnay di Puglia (bien) y yo dos cervezas sin alcohol (estoy de penitencia). Panecillos y grisinis. Francesco nos invita a dos chupitos de limoncello casero, muy bueno.
Me parece un local acogedor por decoración y servicio, en la cocina hay buena mano, las pastas están bien trabajadas, pero no son de recibo fallos como los de los langostinos y las alcachofas. Aunque seamos los únicos clientes (que lo fuimos, al menos hasta las 15.20 h. en que nos despedimos), no se nos pueden "colocar" guarniciones (probablemente) del día anterior...
El precio que indico es el estimado para adulto, elimino del total pagado (80.50 €) el plato de pasta de la niña y su servicio y divido entre dos. El precio pagado me parece muy razonable, pero hay que tener en cuenta que, sin el descuento promocional, la factura ascendía a un total de 108.60 € que, para una comida de 2 adultos y un niño, sin vino (sólo una copa), con un solo postre, me parece elevado...
Seguramente trabajen bastante más con los menus que ofrecen en días laborables, a precio de 12 € en comidas y 19.50 € en cenas. Habrá que probar sus menus, ya os contaré...

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