Un local que puede pasar por el ejemplo más representativo de los muchos locales de la ciudad que se dedican a los que se espera de ellos: cocina castellana en su máximo exponente, local tipo mesón con amplias sillas y mesas de madera con buena separación, mantel de tela, buenas copas y menaje, decoración propia casi de época medieval y con una cocina de producto local contundente y bien elaborado y un servicio castellano tan correcto como distante siendo eficiente. Así fué, ni más ni menos.
Cercano a la catedral y arriba de las escaleras de la plaza, con una parte del edificio dedicado a hotel que complementa bien el negocio. Local amplio, casi lleno con mesas de grupos inclusive. La carta de vinos es amplia y variada aunque con alto predominio de vinos de la propia zona con precios al uso. Elegimos un Toro, Gago 2013, para que aguantara toda la comida y así llegó aunque muy justito. Además, unas aguas con gas y cococolas más unas cervezas previas.
En la carta de comidas se propone un "Menú típico de Burgos" con sopa, morcilla, cordero lechal y postre del abuelo por 39,60€; un "Menú del peregrino" con alubias, entrecotte a la brasa y leche frita por 29,70€; por supuesto tenemos la carta al uso con ensaladas, entradas, platos de cuchara, carnes y pescados. Decidimos ir los cinco comensales a la carta y elegimos:
. croqueta de jamón: aperitivo por cortesía de la casa. Cumple y se agradece.
. jamón ibérico de bellota (22€): bien cortado a mano en el momento, bien de curación y correcto de sabor. Cumple bien.
. boletus laminados a la brasa: buena ración, con buen aceite y sal. Bien.
. alubias rojas de Ibeas con tropiezos (chorizo, morcilla, tocino): en teoría era media ración (9,90€ la ración) servida individualmente, pero acabamos repitiendo. Muy recomendable.
. cordero lechal asado IGP (x 3 raciones a 23,10€) y elegimos cuarto delantero: perfecto de tierno, jugoso, sabor. Muy recomendable.
. perdiz estofada (17,60€) para un comensal y referida como buena, en la que se encontró algún perdigón que, aunque asusta, se agradece porque indica bien su origen. Mejorable el emplatado que no hace honor al sabor.
. el quinto elemento se conformó con una ensalada de perdiz (17,60€), de tamaño familiar más que individual, bien emplatada y para dedicarle tiempo.
. postre de fruta cortada: mandarina, kiwi, manzana. Básico en los elementos y en la presentación.
. postre de quesos, hasta 6 diferentes en pequeñas raciones, sin que se comentaran nombres ni características de los mismos. Algo de mermelada de refresco de causa desconocida.
. petit fours para los cafés con unas rocas de chocolate, unas con lima y otras con coco, más unas minitarteletas de base de chocolate y con helado de madarina, muy buena. Los cafés también buenos.
Una comida castellana como debe ser, en un lugar como se espera de un restaurante burgalés y es que si lleva décadas funcionando... por algo será.