Cena para 2 en este restaurante cerca de la Plaza de Santa Caterina en Bruselas, calle atestada de restaurantes, en este nos dijeron que se degustaban auténticas especialidades belgas y era frecuentado por los lugareños.
Tuvimos que reservar con antelación.
Escasa por no decir ninguna separación entre mesas, suerte que ni yo entendía ni a mi mujer ni a mí nos entendían.
Pedimos una ensalada de endivias, sin más, floja.
DE platos principales Filet american (steak tartar), flojo, no me convenció mucho y carbonnades flamades (guiso de ternera en salsa de cerveza), este plato muy rico. Siempre acompañado de las famosas y típicas patatas fritas.
De beber, como no, cerveza, leffe blonde y maes de barril, y es lo bueno de Bélgica que en cualquier bar hay grandes cervezas.
Local muy sencillo con cubiertos de batalla al igual que las copas, tenían carta de vinos franceses (6 o 7 ).
Trato amable aunque con prisa, era un ir y venir de gente que se iba y gente que entraba.
NO tomamos postre, lo mejor es pararse en cualquier chocolatería , comprar unos magníficos bombones a peso que eliges tú y comértelos en cualquier rincón de la grand place.
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