Situado en pleno centro de Dublín. Antigüo banco Belfast (de ahí su nombre) de decoración victoriana e inspiración francesa. Destacables son los mosaicos del suelo, las vidrieras de los techos altos, las columnas de mármol y en los sótanos todavía se pueden apreciar las enormes y gruesas puertas de las cajas fuertes (de la marca Chatwood’s). Se puede contemplar una reproducción del libro de Kells (el original está en el Trinity Collage) y numerosas esculturas de personajes relevantes de la proclamación de la independencia irlandesa. Dispone de planta baja y un comedor en la planta superior. Gran barra en forma de “U”. Tan sólo “chirria” la gran televisión de plasma, colgada de la pared que desentona en este bonito entorno. Mesas muy juntas, lo que al ser un local muy concurrido no le dota de la confortabilidad deseable.

Sirven comida todo el día (según la filosofía de pub irlandés) y ofrecen varios menús según la hora del día (desayunos, almuerzos, cenas y los domingos “brunch”). Lo ofrecido es típico de comida de pub y va desde el desayuno completo irlandés, sopas, ensaladas, hamburguesas, bocadillos, hasta platos principales más elaborados y bien presentados. El servicio es joven, atento, simpático y muy dispuesto.

La oferta de vinos no es muy amplia y es posible tomar algunos por copas. La cristalería bien de forma y grosor, sin ser especialmente destacable.

Nuestra experiencia fue al mediodía para comer: dos pintas de Heineken (5 euros cada una) con dos platos bien cumplidos (raciones generosas) de estofado de ternera a la guiness, que va acompañado de sus verduras y napado con un puré de patatas horneado. En el precio indicado está incluido el 10% en concepto de servicio.

Merece la pena visitar este curioso pub, por su bonito entorno. La comida siendo informal, está bien cocinada y bien presentada y el servicio es muy dispuesto (¡Cómo deberíamos aprender en España de ese espíritu de servicio!).