Restaurante perfectamente definido su localización y entorno, con nuevo compañero Ramón en su comentario al que acudí, en una cena con unas 50 personas, con menú concertado.
Con cierta desconfianza afronte dicha cena, y de hecho resultó de las ocho comidas que he tenido en mi estancia en Praga (cuatro concertadas y cuatro a la carta, por nuestra propia iniciativa) la peor de todas con diferencia.
Evidentemente elegante la entrada y la sala de comedor, pero dos detalles no me agradaron aun sin ver desfilar el primer plato, el primero que las sillas estaban revestidas con una funda de tela y el segundo, que de espaldas a espalda de comensal de mesa vecina paralela, había muy escaso distancia, justo lo que puede permitir deambular a un camarero.
El menú consistió en:
- Ensalada de pato ahumado con aderezo de naranja y virutas de parmesano: el pato consistía en seis láminas literalmente de carpaccio finamente cortado, frías e insípidas, algo de verdura y punto.
- Bacalao a la plancha con puré de patatas y salsa de leche de coco con hojas de lima: bacalao fresco ligeramente pasado de punto, puré de patatas sencillito y para de contar.
- Crepes de frutos del bosque helado de caramelo y crema fraiche: no pasó de normalito.
De beber: aparte de la consabida cerveza que se toma en Praga, vino blanco que si no me confundo se trataba de un Chardonnay con un nivel medio a alto, un vino tinto que no conseguí el poder decir qué tipo de uva se trataba, de un nivel medio. Vino de la casa que no constaba en su etiqueta la uva.
A pesar de preguntar en un correcto inglés a más de un camarero de que uva se trataba, haciendo honor y siguiendo la línea de su parquedad en las situaciones que nos describió el compañero Ramón, no conseguimos que nos aclarasen nada en absoluto.
Por tanto: aun pagando y bien (según el comentario de nuestro compañero) y aún en menú concertado (soy consciente de que la empresa no escatimó la economía, con otras experiencias más lo pude apreciar), no veo aconsejable en absoluto el quedarse a comer en este restaurante, en todo caso asomar a su puerta, ver y volver a comer en algún vecino.