Es un restaurante suficientemente elegante para una cena romántica pero a la vez, suficientemente funcional para una comida de trabajo, por ejemplo.

Es pequeño, las mesas están bien vestidas.

El personal de las mesas es cordial, correcto y eficiente.

La carta de vinos es cortita, con 15 o 20 referencias muy variadas (Australia, Sudáfrica, España, USA, Argentina e Italia) pero interesantes. Tomamos un Malbec argentino realmente excelente que fue correctamente servido.

La carta es pequeña pero variada y une platos de restaurante elaborados con comida mas "informal" tipo hamburguesas, pasta, etc... El bisque de Langosta estaba pasable. La sopa de cebolla algo menos. El carpaccio de langosta era rico. La ensalada de queso de cabra era correcta pero "plana". Unos lomos de lubina estuvieron bien, algo más hechos de la cuenta. El solomillo en salsa de vino fue bastante bueno, algo pasado. Los postres nos gustaron.

En fin: un sitio sin pretensiones, agradable, correcto, sin ruidos y bien vestido, elegante pero funcional, no caro para lo que es y dónde está pero sin que la comida sea el "objetivo".