El Xalón, en Calatayud.

En las cosas del comer, al igual que en otros aspectos de la vida, uno a menudo encuentra en la sencillez y el rigor la mayor satisfacción. El goce de platos inmortales, que en cada región encuentran expresiones particulares, debería seguir siendo posible. Y mientras así sea, recomiendo humildemente dejarse caer por el Xalón, en la antigua Bílbilis, establecimiento regentado por la familia Arguedas. El buen hacer de Manolo, Mª Jesús e hijos recompensará cualquier sinsabor cotidiano con unos excelentes riñoncicos de cordero a la plancha, mollejas o las típicas madejas (intestinos) aragonesas. En otro orden de cosas, se puede también degustar un divertimento de gambitas a la placha (pincho con tabasco), el tradicional torrezno (sin mahonesa, por favor), bacalao con tomate (el bacalao de calidad encuentra en esta ciudad gran fortuna, sobre todo rebozado) o marisco fresco (según el día). Animo pues a los lectores que, si tienen oportunidad, visiten Calatayud, lugar rico en patrimonio arquitectónico, y constaten la calidad de su gastronomía tradicional, de la que el Xalón es uno de sus principales defensores.

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