Mediodía de mediados de agosto en Madrid, y La Taberna de Pedro está cerrada. Se hacía tarde, mucho calor y en la acera de enfrente vimos una terraza con difusor de agua, y fuimos para allá.

El primer camarero que vimos, ni siquiera se dignó responder a nuestro saludo. Afortunadamente, el que nos sirvió en la mesa fue bastante más afable. Optamos por almorzar en el interior, casi vacio y con aire acondicionado. Local grande y abarrotado de mesas. Decoración minimalista. Me dio la impresión de local fashion, aunque el menú de mediodía de 12 euros que tomaba casi toda la clientela la contradecía. ¿Estarían cerrados por vacaciones muchos locales? Optamos por la carta, con variedad de pinchos, tostadas, ensaladas y platillos varios, incluidos algunos con toques "exóticos" (la carta completa se puede bajar en .pdf desde la página web, incluida la de vinos). 9 vinos en carta, 7 de ellos a copas. El precio del vino... Baste decir que la copa que me tomé me costó casi lo que vale la botella en el hiper. Copas inadecuadas, mantelería y servilletas de papel, cubertería normal y platos de diseño.

Almuerzo ligerito para dos:
- Pincho de solomillo con mostaza (3,65€) - Bien de sabor y buen tamaño.
- Rollito de salmón relleno de guacamole (3,25€) - Diferente. Buena combinación.
- Pincho de bacalao ahumado con tomate (3,25€) - Bien.
- Ensalada "depintxos" (7,90€) - Con tomate, bonito en escabeche, cebolleta y pimiento de piquillo. Ración correcta. Bien de sabor.
- Verduras en tempura con salsa de soja (8,25€) - Ración generosa. Rebozado muy pesado. Salsa muy salada.

Además de la copa de rosado Monte Ory (2,45€), una botella de agua (2,20€), un refresco (2,30€) y un cortado (1,50€) completaron la comida.

No creo que vuelva, excepto para tomar algo en la terraza mientras me refresco con el difusor de agua... Y eso si no encuentro otra alternativa.