Situado en una casona de piedra que cuenta con una agradable jardín, en Vent de Tramuntana elaboran una cocina de muy buena calidad basada en el producto. Como entrantes tomamos "tumbet", plato a base de patatas, pimientos, berenjenas y salsa de tomate que resulta una mezcla sabrosa a la vez que no es muy pesada (lo que en verano es de agradecer). Seguimos con una ensalada de queso de cabra y piña (mezcla original y refrescante) y unos espectaculares calamares flameados de intenso sabor y textura firme.
De segundo bogavante a la plancha con un toque de aceite y perejil. Bien asado, en el punto justo para que no quede seco. Se notaba muy fresco (se presenta a la mesa vivo para dar el visto bueno al tamaño).
Por último una selección de postres caseros basados en la tradición de la zona. Mi opción (con dudas) fue un postre de ensaimada mallorquina con sobrasada de lo mejor que he tomado últimamente, con la sobrasada justa para dar al cabello de ángel de la ensaimada un toque salado. Todos los demás postres parece que estaban igual de logrados.
La carta de vinos no es muy amplia y con algunas faltas. Los precios algo subidos (cerca de tienda x3). Una cava Recaredo acompañó toda la cena sin problemas.
Terminamos con café y GT de Hendrick's preparado con un toque de pepino.
El servicio muy atento y con un trato muy familiar y agradable. Se notaba que la mayoría de clientes son habituales lo que es la mejor prueba del buen hacer del restaurante.