Sorprendente restaurante en una zona "típicamente guiri".
Se trata de un restaurante pequeño, con solamente cinco mesas y un grill desde el cual puedes ver todo lo que cocina.
Carta muy corta, lo que de entrada me gusta.
A penas 5 entrantes y luego carne, su punto fuerte.
Pedimos una ensalada y unos pimientos "de padrón" pero de Lanzarote. Exquisitos. Y luego un entrecot doble poco hecho, a las llamas de la brasa, expectacular. De postre unas fresas flameadas a la pimienta. Sorprendentes.
Como caldo un crianza ribera, dehesa de los canónigos 2006, bien conservado y bien servido. La carta de vinos clásica pero correcta teniendo en cuenta lo normal en las islas.
Desde luego una cena muy agradable y un lugar en el que merece la pena darse un homenaje si estas en la isla.
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