Es raro encontrar este bar/restaurante en un pueblo como Tavernes Blanques, con bastante afluencia de los típicos bares de pueblo y con poca o ninguna tradición gastronómica. La pinta, al menos por fuera, no difiere mucho de estos, pero por dentro se observa una decoración más alegre, moderna y juvenil, a la vez que informal (servilletas y manteles de papel, etc)
La oferta se basa fundamentalmente en las tapas y algunos platos principales, con alguna incursion en la cocina creativa.
Optamos por el menú a mediodía de domingos (cada vez más habitual), con el que te puedes hacer una idea perfectamente de lo que se "cuece" en este restaurante. Consta de 2 tapas para compartir, ensalada, plato principal y postre a 12€.
Para las tapas nos dejaron elegir entre toda la oferta que tenian disponible ese día. Optamos por unas croquetas de boletus (muy buenas) y pulpo con pimentón sobre tomate (perfecta textura). La ensalada muy completa, con frutos secos, queso de cabra, salmón, varios tipos de lechuga, etc. De plato principal un más que correcto bacalao a la parrilla con guarnición y de postre un flan de chocolate.
Dispone también de una interesante carta de infusiones.
Servicio correcto aunque un poco seco, a cargo de la mujer del chef.
En definitiva, un local recomendable para comidas o cenas informales con los amigos, sobre todo si se vive por la zona.