Bueno y malo

La cosa empezó mal. El primer camarero que nos recibió, al consultarle sobre los platos nos dejó con la palabra en la boca y se dió media vuelta.Las pocas veces que se acercó a la mesa, lo hizo ejerciendo de andaluz gracioso.En más de una ocasión oímos como decía a clientes que llegaban que esperaran, a sabiendas de que no tenían sitio. Y estos deambulaban por el patio molestando a los que estábamos sentados. Luego, Agustín,otro camarero bastante más profesional arregló la cosa y nos atendió perfectamente. El sitio muy bonito, muy andaluz.El ambiente pésimo: mucho barullo;gente agolpada esperando casi encima de la mesa;camareros, literalmente, corriendo entre clientes, mesas y otros camareros.Mucho trasiego. Debe ser la crisis, pero la idea era vender, vender y vender, como fuera
La comida: de entrada un buen potaje de verduras, desgrasado correctamente para compartir; una verduras a la plancha muy aceptables, quizá un poco gruesas (se notaba que unas eran de huerta y otras de supermercado); luego, Pargo para compartir,muy bien hecho, en su punto y fresco, con un acompañamiento de patatas y pimientos aliñados que ya habían aparecido en los entrantes y en las verduras; de postre un poco de queso riquísimo de la zona(no recuerdo el tipo). El aceite, exquisto.La carta de vinos pésima, como en casi todos los que visitamos.El servicio de pan (y picos en bolsa), corriente, y es el que ofrecen en todos los locales
Al igual que todos los restaurantes de la zona, no entiendo porqué,nada mas sentarse uno lo primero que preguntan es "de beber qué"
Resumiendo.Es este un restaurante de referencia en la zona, con una buena y muy aceptable cocina, pero que le pierde el ambiente (al menos el día que fuimos:entre semana) y el servicio según quien le atienda a uno (gracias Agustín)