Restaurante con carta más o menos creativa (hay que tened en cuenta que es Portugal y cuesta ver vida más allá del bacalao).
Decoración moderna, trato agradable y cercano, con trabajo por hacer pues hay bastante por pulir pero hay mimbres, pero sin envidiar al recibido en hoteles 5 estrella en el mismo país.
Parece una vinacoteca desde fuera, pero no va más allà de un bar con decoración que evidencia cariño por el vino.
Copas decentes, algo que en Lisboa es un sueño!!, y relación calidad precio muy correcta, aunque sin olvidar que la media de descuento entre Portugal y España es un 25%.
Recomendable para huir de los tópicos.
Carpaccio interesante aunque la pesto es una salsa muy "marcona".
Surtido de quesos, diverso y con maridaje interesante de mermeladas. Abundante.
Rissotto de vieiras y guisantes... interesante por los guisantes y las abundantes vieiras, pero algo "pasado" el arroz...tradicional (?) por estos lares.
Un vino local hecho con chardonnay, excelente.
El servicio del vino es algo agobiante... no sé si es que los camarareros van a comisión pero o te posicionas pronto o cada vez que te llenan la copa lo hacen de forma exagerada.