Hace ya años que acudimos a Ciro y, la verdad, nos dejó muy fríos, no acabamos de ver la grandiosidad que todo el mundo ponderaba, pero asumimos que somos raros y que a veces vamos a contracorriente.
Empujado casi a punta de pistola por un amigo al escuchar que Ciro no me había enamorado y no había vuelto desde entonces (aún estaba en el antiguo local), fuimos a comer y, desde entonces, llevo ya como cuatro visitas así que, perdón por el spoil, pero esta historia va a acabar bien.
El local me gusta por dentro, el tema de la fachada aún no acabo de comprender en qué momento se les ocurrió lo de pintar con ese naranja sobre el negro, pero como las mesas están dentro, me centro y digo que me gusta, me gusta mucho la decoración del "nuevo" Ciro.
Contaré el último menú de mediodía, el de 19€ (4 Tapas + Plato Principal + Tres Postres), ya que al haber estado en varias ocasiones el de 16€ se me hacía algo corto.
Empezamos con unas cocas de maíz, cebolla morada y un guacamole bastante rico. Le falta un punto de picante (¡pero a qué no!). Lo mejor la coca en sí, con un intenso sabor a maíz.
Ceviche de gambas, platazo donde los haiga. Vaya punto de maceración de las gambas que quedan perfectamente tersas y potentes y sabor.
Salmonetes rebozados, muy buenos, sin más. Buen calibre, sin excesos de aceite y un sabor intenso del pescado.
Escabeche de rebollones, alcachofas y huevo a baja temperatura. Este plato es para coger una barra de pan y dejarlo en loza viva.
De plato principal escogimos arroz, uno de boquerones, calamares y acelgas, correcto pero creo que dominan más el pescado o las carnes que el arroz, así que si vuelvo iré de cabeza a por otra cosa.
De todos modos donde Julio Colomer se hace grande es en la tapas, en esas pequeñas creaciones que se hacen siempre pequeñas, no por su tamaño, sino por la dichosa relatividad de lo que te apetecería comer en mayor cantidad por su gran calidad (lo siento, el profe de Física me sale de vez en cuando).
Tres postres: una crema catalana, un pequeña cuajada de chocolate y almendras y un flan de piña con una espuma de coco. Para mi gusto demasiados dulces, pero entiendo que a la gente le encanta el postre y lo valora mucho. De los tres solo acabé con el pequeño flan de piña, que era ligero y se comía en dos bocados, el resto los dejé, pero es un problema personal con el dulce que no me acaba de entusiasmar.
La carta de vinos es correcta, con una selección de vinos por copas bastante escasa, algo que no entiendo porque imagino que en el menú de mediodía se tirará mucho de vino por copas.
El servicio es atento, sin excesos de cercanía, algo aséptico pero yo no pido nada más, así que por mi parte, un muy buen personal en sala.
Y seguiremos volviendo.
Postres
Arroz con boquerones y acelgas
Salmonetes rebozados
Ceviche de gambas
Coca con guacamole
Totalmente de acuerdo, estos locales deben existir y cumple más que sobradamente su función.
Saludos
Dani
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