Cambio de dueño

Y creo que con un ligero cambio a peor.

Poco que añadir, en cuanto a emplazamiento y decoración, creo que los manteles y servilletas de hilo han sido sustituídos por el papel -la crisis manda-, y el personal, aunque distinto, sigue siendo muy atento.

Esta vez sí que pude ver la carta de vinos, cortita y recortada, con alguna referencia majilla, pero poca cosa a precio moderado, cristalería "a la italiana", eso sí, disponen de armario climatizado, para una trattoría modesta puede valer. Optamos por un Pagos del Moncayo -sh+grcha-

En cuanto a la comida, en esta ocasión me limité a probar un enorme -de tamaño, pues el que lo pidió comió hasta hartarse, y repartió a los otros 4- calzone que no estaba mal, una estupenda pizza ¿Baiola? -aquí mantienen el nivel con creces- a 10 € la pequeña y 15 la grande, y mi mujer que repitió con la pasta frutti di mari, donde si noté un bajón cualitativo reseñable, y más para los 16€ del plato.

En todo caso sigue siendo una opción válida, aunque ahora haya que tener un poco más de cuidado con la elección. Nuevamente no pagué, pero en todo caso, no se fue más allá de los 18-20 € sin postre, y con una botella a compartir entre 5.

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