Pizzas en horno de leña

Coqueta pizzería-trattoría a escasos 300 metros de la Sagrada Familia. Nada más entrar te recibe el horno de leña en el que elaboran las pizzas, junto a una pequeña barra para el servicio de terraza (en la que también puedes cenar). La sala se encuentra bajando unas escaleras, y como digo, es más bien reducida, con lo que intentan aprovechar el espacio, aunque sin agobios. El servicio en general cumple, el dueño directamente es un crack, aunque por lo visto, está más en cocina que en sala.

La carta de vinos ni la hojeé, y nos conformamos con el Montsant joven que incluye el menú.

Como íbamos un grupo un tanto heterogéneo, la comanda lo fue igual, algunos se decantaron por el menú pizzería: ensalada de primero y pizza al gusto de plato principal, otros un menú superior (creo que cenas y fines de semana): con varios platos a elegir de primero (lasagnas, pastas o ensaladas) y de segundo (presa ibérica, entrecotte y bacalao), a unos 13 € el primero y 25€ el segundo, incluyendo pan, bebida y postre. Otros únicamente se pidieron un plato como principal, de los platos que pedimos, yo opté por el menú pizzería, a base de una ensalada de verduras asadas (calabacín, berenjena y pimiento asado, además de distintos tipos lechugas), excelente (en calidad y tamaño), y una pizza de rúcula (pues sí, verde de primero y verde de segundo, fui consciente al sacarme al pizza :·/ ), prosciutto, y tomates cherry fantástica, mi mujer optó por unos generosos spaguetti frutti di mare (16€), que estaban buenos, y que a ella le encantaron, y pude probar de refilón unos rigatoni con berenjena, y el bacalao con tomate y pimiento del menú (ambos buenos). De postre, un buen tiramisú casero. Cafés, botellita de limoncello en la mesa, y un par que nos animamos con un GT. No sé cuanto ascendería la cuenta, pero de 7 personas, calculo que rondamos los 180 € con todos los extras.

Recomendable, sobre todo yendo desde Zaragoza y acostumbrado las franquicias italianas, que prácticamente monopolizan la restauración italiana de la ciudad, se agradecen estos proyectos más caseros y personales (el padre del dueño era italiano, y no sé si el se crió allí también), si se está de visita a la Sagrada Familia, merece la pena acercarse.

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