Minimalista

Está situado en el corazón del "barri vell" de Girona, zona donde hay una gran oferta de resturantes muchos de ellos orientados al turismo, es decir a gente que posiblemente no vuelva nunca más. En el local no hay ningún tipo de decoración, o la que hay es completamente aséptica, por un lado la antigua pared de piedra pintada de blanco y por el otro unos grandes ventanales que dan a la calle permanentemente transitada y concurrida, bajo estos ventanales una barra donde se come cuando las mesas están al completo.
Local al que supuestamente acude la gente joven a cenar, pues tiene unos precios muy contenidos.
Nosotros compartimos pulpo con carpaccio de calabacín y salsa de dátiles y croquetas de pollo de corral y setas y de segundo rodaballo al horno y unos dados de atún con mango, el atún servido al punto de cocción solicitado.
Acompañamos la comida con un vino DO Empordà, Maragda 2011 servido a la temperatura adecuada. A destacar el detalle de servirnos una copa antes de comenzar la botella al decirle a la camarera que este era uno de los que no conocíamos de los que tenían en la carta.
Dos cafés.
Servicio joven, atento y cercano.
Para volver en otra ocasión

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