Emblemática y popular trattoría, si la calidad de los restaurantes se midiese por la cantidad de famosos "colgados" por las paredes, estaríamos ante un triestrellado de la guía roja, pero lamentablemente no es así. Acudimos recomendados de nuevo por el conserje del hotel, y calificada como su sitio favorito, y lo cierto es que el ambiente que se respiraba era de habituales y grupos de amigos, pero también unos cuantos turistas igualemente recomendados por sus diversos hoteles.
Conviene reservar, pues aun yendo con reserva, la espera no fue menor de una hora, para acabar casi sentámdonos con una pareja de españoles a la que le habían hecho un hueco media hora antes, como habían podido. Dentro de lo malo, nos sirvió para tratar un rato con la mismísima Anna Maria, rebosante de encanto y simpatía -posiblemente la que le faltaba al resto de la plantilla-, y aun al pie del cañón, se me escapó sin poderme hacer una foto con ella.
Situada en plena zona universitaria, y a pocos minutos del centro, hay que reconocer que a pesar de las estrecheces, lo incómodo de las sillas, tiene su encanto, aire de trattoría con solera. Los vinos, más de lo mismo, pocos, caros, y servidos en esos recipientes ridículos a los que llaman copas. Sendas botellas de vino peleón a 16 € (aunque una no la cobraron).
De la comida, pedimos un par de primeros a compartir, gnocchis al gorgonzola y tortellini pommodoro (recomendados especialmente, ya que supuestamente es la única trattoria que garantiza su elaboración diaria) a 13 € cada uno, y de segundo, unos pidieron trippa con fagioli (callos), otro bistecca ai ferri (entrecotte a la plancha, pasado al punto), y yo agnello al forno (cordero al horno) todos ellos a 14 €, de contorni (acompañamiento servido en plato independiente), unas patatas al horno (4€). Los primeros hechos medias racioens para poder compartir con mayor facilidad, hay que reconocer que estaban buenos ambos paltos, aunque me parece un poco escesivo el precio para un plato de pasta sin mucha historia, y de los segundos el resto calificaron sus platos de buenos, o incluso muy buenos, mi cordero, dejémoslo en correcto, acompañado de taquitos de bacon crujiente, supongo asados con el cordero, el tostado de la piel tenía su aquel, pero el cordero estaba tirando a seco, y de sabor, igualmente corriente. De postre una panacotta excelente.
Total 152 € de 4 personas, incluídos 12 € del cubierto, otros tanto de los licores (limoncello y grappa), y los platos y bebidas mencionadas, ya está bien para una trattoria (y teniendo en cuenta que no cobraron una de las botellas de vino), por mucha historia que tenga. Lo más cachondo es que luego te encuentras, que el que parte el bacalao en la cocina de la misma, es un oriental...
He sido un poco blando con el tema de la comida, ya que aun siendo un poco justillo el cordero, el resto de platos, y los secondis del resto de comensales, se pueden calificar de buenos al menos. Lo mismo con el entorno, valorando de alguna manera el ambiente, emplazamiento, y a la gran Anna Maria. Que ya cada uno juzgue lo recomendable del sitio leyendo con toda la valoración.