El conocido proyecto culinario de Grant Achatz (sólo 34 años!) ya figura como el 6º restaurante del mundo en esta peculiar clasificación de los 50 mejores. Acudí con mi mujer con grandes expectativas. El local es muy justo, nada que ver con los grandes restaurantes; la mesa sin mantel. Esa fue nuestra única decepción. El menú consta de 16 platos y algunos de ellos impresionantes. El chef juega con los sabores, las texturas y los aromas, lo que hace que cada plato sea una experiencia diferente. Además, cada uno tiene una presentación diferente, cada servicio es una expectación. Puedes maridar la comida con vinos, pero el precio se dispara bastante. Los platos son indescriptibles pues la mayoría constan de ingredientes no identificables. Se nota la influencia de Adrià...
Si el restaurante fuese mas espacioso, en un ambiente luminoso y con mantelería, ganaria bastante. Culinariamente cada plato es un lleno de sensaciones, y no solo de sabores. Los postres muy sorprendentes y espectacular el de chocolate, todavia lo estoy saboreando... no puede faltar en vuestra visita a Chicago!!