Restaurante Levante Valencia en Valencia
Restaurante Levante Valencia
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:

Añadir tipo de cocina

Añadir vino por copa

Precio desde:
25,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Cierra:
todas las noches
Nota de cata PRECIO MEDIO:
35 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
7.4
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
7.4
Comida COMIDA
7.6
Precio medio entorno ENTORNO
7.2
RCP CALIDAD-PRECIO
7.1
paella mixta
cigalas
pulpitos
titaina
arroz en plato
postres
Opiniones de Levante Valencia
OPINIONES
15

Nuevo local en la misma calle pero más cerca de Mislata, con más amplitud y la misma dificultad de aparcamiento. El local con un comer con separaciones que disminuyen comensales pero que ganan cierta privacidad con un cierto aislamiento al menos por parejas de mesas; incluso hay un apartado a modo de privado de forma redonda aislando una mesa redonda con base de cortinaje de estor vertical para 6-7 personas que fue el que reservamos (mesa 5).

Controlando la sala y todo lo que se mueve, y especialmente en el tema de vinos, sigue Rafa que aquí dispone de muchas neveras distribuidas por la sala ayudando a la decoración de una sala que transmite elegancia sin estiramientos. Buen equipo en sala y con un buen servicio en general aunque en nuestro caso los primeros momentos tuvieron una más rápida salida de platos de cocina que agilidad en la sala para la bebida después de un rápido servicio inicial de vermuts, Vittore blanco y Petroni blanco perfectamente servido en mesa, un par de cervezas de presión y hasta 4 botellas de agua filtrada y envasada para el local. También tardó en llegar el pan más de lo deseado pues se puso en mesa cuando íbamos por el último entrante.

La carta de vinos se ha hecho más clásica con suficiente variedad y amplitud de rango de precios, que se mantienen con precio de costo y sobrecarga de 7-10€ por botella (salvo los de alto rango de precios); destaca la presencia de muchos vinos tintos viejetes de buenas añadas y variedad procedentes de la vieja bodega de su padre en Benisanó (años 20-30 y siguientes). Quedamos en la posibilidad de una visita de almuerzo (fuera del servicio del local que no cierra ninguna jornada a medio día) para intercambiar y probar alguna botella con muchas lunas a cuestas. Para hoy elegimos y acertamos el fallo de carta y nos propone otro de la misma uva: Minius godello 2021  que gustó y luego seguimos con Finca Terrerazo bobal 2018 en perfecto punto evolutivo. El servicio consistió en dar a catar y primer servicio; es verdad que complicamos el tema porque las dos botellas se pidieron a la vez puesto que hay seguidor@s acérrimos de solo blanco o solo tinto pero los primeros sorbos se pudieron dar cuando estábamos acabando el segundo entrante y la temperatura del blanco estaba alta.

Había encargado previamente (era necesario) una sorpresa para el grupo de amigos del arrocito y faltaba elegir los entrantes compartidos al centro:

. titaina valenciana con pistachos y gambas x 2: buena titaina y unas colas de gamba roja de tamaño medio hervidas y peladas; los pistachos estaban de cuerpo presente, pese a ello, muy bien.

. pulpitos (morralet) en salsa x 2: con una curiosa galleta y un pan tostado crujiente de compañía. Bien preparados pero faltaba algo de punch.

. cigala del Atlántico del nº 0: salteada con ajos tiernos: unidad para cada comensal de un muy buen producto sin exceso de paso por el fuego y unos ajos tiernos que complementan bien con un poquito del aceite de la fritura. Muy bien.

. paella "mixta" especial del senyoret: entre los valencianos una paella mixta es pecado mortal pero es que en este caso en realidad se trata de un recipiente para 6 personas pero que tiene soldada una separación de la paella por la mitad con lo que en realidad se cocina junto el arroz con carne y el de marisco pero sin contacto entre ambas. Luego el servicio se hace con media ración de cada en el mismo plato pero sin juntarse para tener un comer separado. La ración es amplia y ambos están muy muy buenos con bastantes tropezones y todo troceado para comer sin pausa; dos muy amplios platos al centro permitió a todos poder repetir. Extraordinariamente recomendable al menos una vez.

. postres al centro en buena ración para compartir entre todos: tarta de queso valenciano horneada muy buena sin base de galleta . Tarta de almendra "marcona" con merengue tostado que paorta y no solo decora; bien. Torrija artesana con helado de pistacho: mejor de lo esperado. Brownie de pistacho con avellana y helado de vainilla Pecán que fue el menos aplaudido. Con ellos un par de medias copas (no quedaba más) de Disznókö Tokaji 2016 más una copa de Carlos I  pues no había Carlos III que fue lo pedido y no es una alternativa similar aunque aceptamos a sabiendas; fue servida como antiguamente con copa calentada con base de agua caliente en la mesa.

Unos cafés finales y rematar las copas con una larga sobremesa incluyendo algunos comentarios con Rafa sobre vinos, del que siempre se aprenden algo y con el reto de quedar con unos viejetes en la mano para un almuerzo matutino a principios del año próximo. Así sea.

  • paella mixta

    paella mixta

  • cigalas

    cigalas

  • pulpitos

    pulpitos

  • titaina

    titaina

  • arroz en plato

    arroz en plato

  • postres

    postres

Pues una muy buena paella valenciana pudimos disfrutar en el Restaurante Levante, como cabía esperar. He leído por aquí que no tiene nada que ver con la calidad del de Benisanó, lo cual no puedo corroborar porque no he estado. Pero mi experiencia fue de lo más satisfactoria. Perfecta de punto y de sabor como si la hubiera hecho mi abuela en el paellero. Es decir, tradicional, tradicional. Eso sí, no a leña, porque no es posible en Valencia.

Antes del arroz, un calamar de playa algo falto de plancha. Dado que ese día habían venido de lonja más pequeños de lo habitual decidieron de motu propio bajarnos el precio del mismo en la cuenta final respecto al precio de carta. Yo valoro muchísimo estos gestos de honradez, por lo poco habitual que son en este mundo de la restauración, donde si pueden te cobran servicio, aceitunas, aperitivo, el agua del grifo y hasta el de la cisterna si me apuras.

A los postres, la repostería de Fina, la matriarca del negocio. Una tarta de coco que mezclamos con helado de leche merengada a sugerencia del camarero. Sencillo pero espectacular.

Y a los cafés, lo mejor. Esa enciclopedia de la paella que es Rafael Vidal padre, que se había acercado a echar una mano al hijo y que nos ilustró con todo su conocimiento y atendió con amabilidad infinita todas nuestras preguntas. Un tipo que se pasea con José Andrés por sus restaurantes de Las Vegas y Nueva York, asesorándole y dando conferencias. Sin los divismos habituales de los chefs y con la misma honestidad que habíamos experimentado durante toda la comida.

Pues además de dar de comer, hacen curso de cocinar paellas, y aunque se trató simplemente de ver y explicar como hicieron la paella que nos comimos para cenar, pues fué divertido y algunas cosas fueron diferentes a lo que tenía como pilares asentados.
Por ejemplo, no echar ni probar sal hasta que está puesta el agua (ni para freir la carne), no dejar hervir la carne después de freirla y hacer el sofrito..., y alguna cosa más que, de forma razonada, se nos explicó mientras con el delantal de recuerdo estábamos salpicándonos de aceite porque se freía la carne.

En la misma cocina ya empezamos con cervezas de presión y unas cucharitas con esgarraet y unas croquetas recien sacadas de la freidora, crujientes y sabrosas.
Vimos que la paella avanzaba en su coccion, sin haberse puesto en marcha el cronometro que hay junto a cada paellero y es que el jefe no necesita ayudas de artilugios modernos. A ojo, regulando el gas (ya que en la ciudad los restaurantes tienen prohibido encender fuego de leña -sic-), vamos viendo aparecer la carne conforme el caldo va bajando.

Nos vamos a la mesa que la paella está a punto de salir. Nos sentamos. Algo de agua y un vino tinto, mejorable (¡¡con lo que hay en esta bodega!!), Carros 2012; nos sentamos a disfrutar del arroz en su punto, la verdura más que al dente y la carne hasta con sabor (por eso no hay que cocerla) pero sobre todo, que garrofó. Era la estrella de la paella. Incluso repetimos plato.

Por supuesto cerramos la cena con la bandeja de surtido de postres como siempre: su tarta de queso, su rollo de coco, su puding, su calabaza asada, su tarta de almendra, etc, con muchos de los elementos de la cosecha del campo propio en Benisanó.

Un dia diferente en que fuimos más a aprender que a comer. Los diez pusimos un diez a la experiencia.

Local que considero entre los mejores de Valencia en arroces y que en la situación de demostrar a algunos visitantes de otras comunidades y sin embargo amigos, que hay buenos sitios de arroces dentro de la ciudad, contactamos con el local para hacer una cena especial: una cata de 3 arroces para 12 personas, como cena de clausura de un congreso.

Contactamos con ellos y ¡terrible! los martes noche cerrado. Algo bueno tiene la crisis y es que no hay que perder oportunidades, y tras describir de lo que se trataba, nos hacen el favor de abrir solo para nosotros. Al entrar nos encontramos mejor aún, ha venido el padre de Benisanó a hacerla. Triunfo seguro.

Al centro: croquetas clásicas de atún y de cocido: muy sabrosas, bien de fuego. Pimiento, berenjena en esgarraet clásico y correcto. Ajoarriero de garrofón muy original y muy bueno, en amplia ración.
Para compartir pero con servicio individualizado: saquito de acelga y pasta de morcilla. Uno de sus platos más representativos y siempre un acierto.

Las estrellas: 3 paellas de 4 raciones servidas en individual para probar todos de todo. Se pudo hasta repetir.
La primera de carrilleras de rape y garrofon: muy gustosa, original y buen punto de arroz. la segunda valenciana clásica de pollo, conejo y verduras locales que hubo que explicarlas a los foráneos, sabiendo que además muchas son de producción propia; muy buena de sabor aunque el arroz un poco más blando (cocido) de lo deseable para mí, aunque a todos gustó. La tercera, a mi petición y para que nadie se atreviera a salir con hambre: paella de puchero, con sus garbanzos, su longaniza y su morcilla, un prodigio de sabor y contundencia.

Aún nos atrevimos al combinado de postre dulce que también de elaboración e incluso con muchas materias primas propias: tarta de almendra, de requesón con mermelada, de chocolate, corona de coco, calabaza y alguna más que no me atreví.

Para beber, un vino local para que vena que también hay buenos vinos: Basssus pinot noir y para la paella de puchero un malbec: Séptima Gran Reserva; siempre servidos de forma continuada (también estábamos solos, pero pusieron dos personas para nosotros).
Los postres se acompañaron con Casta Diva y aún hubo tiempo para orujos, gin tonics y hasta agua.

Un disfrute en un ambiente de trato familiar y servicio personalizado que hizo que todos se llevaran una gran impresión del local, del arroz, del vino y de la hospitalidad de los dueños.
No pongo precio porque no sirve de referencia al ser tan especial, mucho más cuando hay varias referencias mías de días normales.

Cita para comer de 5 comensales, pedimos mesa redonda y la tenemos además a la orilla del cristal de la cocina con lo que aunque no se ve sentados a la mesa, sí que te aislas de un comedor lleno hasta la bandera donde el servicio apenas puede con todo y más con los arroces para llevar, lo que condiciona un aumento del retraso entre platos a pesar de la enorme voluntariedad de los camareros que incluso intentaban ocasionalmente servir vino. Imposible disfrutar o de comentar nuevos vinos, algún cambio o alguna opción de mercado.
Para beber un blanco Barahonda 2012 de Yecla, y una buena opcion de tinto ya que los precios son de venta más 4€ de descorche lo que te engancha para ir y beber un buen vino gastando lo mismo que tenías presupuestado (y te hace repetir local); esta vez fué Fagus nueva cosecha 2010. Previamente también disfrutando de una cerveza poco conocida en botella de 3/4: La Socarrada y otra par suelto que ya estaba pedida al llegar. Ante el overbouckin, vamos a menú degustación.

Caraterísticas del local ya descritas, si bien esta vez no hubo cambio de cubiertos, seguramente porque no quedaban limpios. Bien las copas para los vinos y cervezas.

Entrantes al centro: ajoarriero de garrofon muy suave, cremoso, bien presentado en copa aparente con pan tostado para acompañar. saquito de acelga con relleno de morcilla, que quemaba una barbaridad (por eso tardó) creo que sabroso porque el hambre hizo comerlo antes de tiempo; no acabo de entender por qué un plato que quema sale a la mesa sin avisar, al menos. Dos croquetas por persona una de queso correcta y otra de calabaza más difícil pero también buena. Timbal de esgarraet muy bueno y agradable, un poco soso porque el bacalao estaba muy desalado.

Para el centro el arroz marca de la casa: arroz de puchero. Contundente, sabroso, intenso, algo de más de aceite (lo que tiene comparar con más veces), con buena cantidad de costillas de cerdo aunque poca carne en las mismas, sabrosa la longaniza y algo pasada de fuego la morcilla pero bien de sabor.
Un arroz que deja sin hambre y sorprende a los nuevos.

Pero algo dulce y más sabiendo que verduras y frutas son de huerta propia, se hace imposible, al menos, para cuatro, un surtido de dulces caseros que incluyen calabaza asada, tarta de queso con arándanos, tarta de chocolate, rosco de coco (para mí lo mejor) a la antigua usanza, pudin, otra que no recuerdo y que llevaba merengue en los laterales. Acompañaron 3 copas de Dulce casta Diva Cosecha Miel.

No había forma de levantarse de la mesa, unos cafés buscando empujar el arroz y las tartas. Luego y aprovechando que estábamos en la esquina de la entrada a la izquierda y pasábamos más desapercibidos, tres copas de sobremesa: ron Clement y dos gin tonics preparados allí delante después de elegir entre una carta de innumerables opciones y hasta con cubito con rodajas de pepino en su interior.

Al final con la cuenta nos dieron opcion de repetir bebida y hubo una repetición de gin tonic; los demás no nos atrevimos. Había fútbol y cena de la peña.

Hablamos del nuevo local de la playa que ahora después del verano (y los turistas) puede ser una buena opción, pero el frío de estos días nos hizo asegurar la reserva a cubierto aunque han ampliado con un mini-comedor en el chaflán, supongo que para los fumadores.

Un sitio entre los mejores de Valencia para arroces. Habrá que ir a aprender que también hacen cursos.

De las arrocerías que he probado en Valencia me quedo, de momento, con Levante.
Entrantes bien elaborados, arroz a banda realmente exquisito, postre que no se queda atrás y un vino que maridaba a la perfección.
El camarero que nos atendió fue muy amable, pero el gerente (que le pareció quizás escaso lo que pedimos o por el hecho de entrar al restaurante con una mochila de colegio) nos echó alguna mirada de aquellas que te hacen sentir incómodo y sin saber porqué.
Quizás vaya siendo hora que hasta los restaurantes en que comer sale a la mínima por 40 € abran los ojos a la realidad económica por el bien de todos.

Sigue bien pese a todos los cambios producidos con motivo de la apertura de un nuevo local en la avenida de Neptuno (Castillo de arena) y el consiguiente reparto de gente, ampliaciones, etc.. Era momento de comprobarlo pues ya lleva unas cuantas semanas con la nueva situación. No está Rafa pero el hijo del patriarca de Benisanó ha cogido bien el relevo aunque en los vinos se echa en falta el comentario de Rafa.

La mejor forma de comparar es volver a su arroz estrella: arroz de puchero (encargado por teléfono) y la verdad es que no defraudó. Sigue siendo contundente, sabroso, en buena cantidad y en su punto de cocción. Un éxito que además sorprende a quien viene de fuera y no lo conoce.

Si vamos al principio, arrancamos con una cerveza Socarrada de 75 cl para compartir entre los cuatro, mientras dábamos cuenta del pan y consultábamos la carta de vinos, ampliada y renovada; ahora pasan de 100 las referencias de vinos tintos a precio de tienda (más 4€ por el descorche). Este tema del descorche que también se aplica a la cerveza, aquí suena más raro. Después de muchas cábalas elegims un blanco por aquello del verano y nos fuimos a un Vionta de albariño 2011, que aguantó como pudo la contundencia de la morcilla y las costillas de cerdo del arroz. También un agua de litro (esta vez sin descorche) a 2.20€ que me parece de muy buen precio en la mesa.

La carta de comida nos deparó la sorpresa que el arroz de puchero puede formar parte del menú degustación y como los entrantes nos cuadraron pues qhí nos quedamos (25€). Los entrantes que incluyeron fueron: croquetas 2 por persona de bacalao y jamon, correctas y bien de sabor siendo acompañadas. Saquitos de acelgas con morcilla (1 por persona): con mucho el mejor entrante en opinión de todos (la morcilla a mí siempre es buena opción). Un pan tostado acompañaba a una delicada brandada, pero bien de sabor. Pimientos de piquillo (uno por persona) con queso de cabra donde los elementos están dispersos, sin integrarse y no bien conseguido: el más flojo.

Los postres también incluí¡dos en el menú, fueron tipo degustación. Todos caseros y de productos de temporada del huerto por lo que esta vez en lugar de calabaza nos encontramos con 7 diferentes opciones a compartir: muy bueno el rosco de coco (un clásico), regular el tocino de cielo, correcta la tarta de chocolate, más regular la tarta de arándanos y también la de queso, bien el puding y la de manzana con merengue.

Finalizamos con 3 cafés y un obsequio de mistela de La estrella, muy suave y ligera.

A pesar de los cambios, sigue como una de las mejores opciones de arrroz en Valencia. Habrá que probar el local de la playa, ahora que ha pasado la oleada de turismo.

Circunstancias especiales han hecho que vuelva en 4 días a repetir en el mismo local porque la verdad es que es uno de los mejores sitios de arroz en este momento. De poco coincido con dos extraordinarias sommeliers de Valencia (Embajada y Sucursal). Local bastante lleno y que el buen hacer de Rafa y su mujer de origen italiano estan consiguiendo abrir mercado, tanto es así que van para ampliar a un nuevo local próximamente.
Buenos arroces y un excelente trato al vino con precios muy comedidos + 4€ de descorche, hacen de un interesante lugar. Por ejemplo: Juan Gil crianza a 13€. Clio a 35€ por poner algun ejemplo. O encontrar vinos en carta por debajo de 10€ (Finca La Estacada 8€) es de agradecer.

Comida para tres que incluye dos de agua, pan (a 1.20) al menos con buen aceite AVOE (Hojiblanca selección) y esta vez un blanco pues aunque pagaba yo, perdí la votación; al menos y siguiendo consejos de Rafa fuimos a un blanco interesante (esa es otra virtud de la carta, tener vinos actuales) a un vino de Anima Negra pero blanco: Quibia 2011.
Para comer los consabidos entrantes: calamar de la playa cortado a tiras y rebozado con harina (con azafran supongo, pues salen caso color calabaza) y esta vez tocó un calamar de carne más durita, pero igual de sabroso, servido en plato con una base como de periódico para que no esté aceitoso. Croquetas que repetí, de calabaza y de bacalao, sabrosas y sobre todo recomendable la de calabaza. Saquito de acelga gratinada y con morcilla sobre una tosta: para mí la mejor entrada de las que he probado.
De plato principal arroz negro habitualmente es fideuá, pero aceptaron el cambio) con pulpo y ajos tiernos; abundante ración, mucho pulpo en el arroz si bien un poco al dente y sabroso y su punto el arroz.
Postres caseros de la madre de Rafa (hasta de la calabaza de su propio huerto). Pastel de calabaza asada, que me resulta demasiado dulce (casi podiamos decir tocino de cielo de calabaza asada). Pudding de almendras (de su huerto) muy bueno y buena textura. Corona de coco casera (de las antiguas) bien hecha, sabrosa de coco y con una textura sobresaliente. Quizás el mejor postre casero de los que he probado. Se acompañó de una copa (cortesía de la casa) de una mistela que no apunté y que no recuerdo. Invitación también a cafés. Total 108€ y esta vez, como el viernes, también pagué yo la fiesta.

La amabilidad, educación y saber estar en la sala de ambos te hace gozar de un plus extra. Pudimos ver la langosta que tenían para hacer y que pesaba 7 kgrs; nunca habia visto tamaño ejemplar, habia que levantarla con las dos manos.
Si ya es dificil que vaya bien en estos momentos. Más dificil es ampliar negocio como van a hacer. Calidad y buen planteamiento no les falta. Ojalá les vaya muy bien.

Comida para cuatro atraidos por el arroz de puchero encargado previamente. Local ya descrito asi como carta de vino a precio de venta de tienda más 4€ de descorche. Tomamos 2 de agua, una cerveza más media de Castell de Raimat chardonnay y con el arroz una buena garnacha Fagus 2008 (23+4€ del descorche).
Entrantes 4 croquetas de calabaza (cultivada por ellos) con almendra muy sabrosas y sorprendentes; otras 4 de bacalao más corrientes. Calamar freso cortado en anillas y rebozado (mejor que el tomado la otra vez). Cuatro saquitos de acelga gratinados y rellenos de morcilla sobre una tosta: lo mejor de los entrantes. Esta vez parece que acertamos mejor en los entrantes.
De principal el estupendo y contundente arroz de puchero que estaba sensacional (a 10€ la racion) servido en paella al centro, levemente meloso y que recuerda en su potencia de sabor al arroz de pato con fesols y naps. Extraordinario.
Una racion de queso manchego curado de Corcuera que luego resultó invitación de la casa y que permitió acabar el vino.
De postres, raciones de tarta casera (de la madre): pastel de calabaza asada (cultivadas en su huerto propio) bueno, casi como tocino de cielo. Corona de coco muy correcto, poco empalagoso. Tarta de chocolate correcta. Tarta de almendras muy aceptable. Se nota que son muy caseras.
Por supuesto cafés. Raoiones de pan (1.20€)con un buen AOVE Epora y nos obsequió con dos copas de un buen vino dulce de Torres moscatel oro Floralis muy interesante.
Muy recomendable también conversar sobre vinos y arroces, ver los fogones donde se preparan (incluso para llevar a casa).

Local ubicado en zona de paso con coches y poco de peatones, por lo que no es de fácil de conocer. Comedor con mesas suficientemente separadas y que tiene un privado en la parte superior para eventos. Buen mantel, cubertería, cambio de servicios. Buena bodega a la vista y destacable en la carta de vinos a unos muy buenos precios (por ejemplo El Nido a 115€) en los que se cobra el descorche aparte (en realidad el precio es bajo, casi de tienda, y se paga el descorche como ya se hacía en la Lluerna); gran variedad de DO y con vinos desde 8 a 200€. Carta de comidas con suficiente variedad y especialidad en arroces.
Dos para comer en local a medio llenar. Entrada con Castell de Raimat chardonnay y que se continuó con Lalama 2008 en gran momento.

Al centro calamar plancha quizás con poca plancha y algo débil de sabor; buen ajo arriero servido de forma elegante; pareja de sardinas marinadas muy sabrosas. De plato fuerte un arroz elegido de las varias opciones: arroz de caldo de puchero; como su nombre indica está hecho con caldo de puchero (gran sabor) y de acompañantes del arroz hay morcilla, longaniza y cerdo; me recordó al arroz al horno pero sin tomates, garbanzos ni ajos, pero igual de contundente y sabroso.
De postre uno de helado de higos, bien sin más, y un pastel de almendra correcto; acompañaron un carajillo y un vino dulce que no recuerdo, por cortesía de la casa.

Buen pedigrí en arroces desde el local originario de Benisanó, donde el padre del cocinero ya hacía arroces desde hace muchos años; la crisis del ladrillo ha hecho que la familia aparcara los estudios universitarios y se integre en el local llevando con acierto la sala. Hay opción de paellas para llevar a casa.

El precio subió por el vino y los entrantes, pero en caso de irse a lo mínimo, puedes comer fácil por la mitad de lo que pagamos. La calidad en el arroz muy buena, algo menos en el resto de platos

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