Malo, malo
Parada para repostar algo y darnos un descanso en este clásico e "indispensable" bar de tapas del centro granadino antes de continuar con el ajetreo turístico. Entramos con la idea de tomar un par de cañas y la tapa de rigor en la barra y al final nos animamos a tomar algo más, decisión que al final lamentamos. Ciertamente no nos gustó. Disponen de restaurante en la planta superior.
Con el primer par de cañas y el refresco de mi chaval, nos obsequiaron con una ración generosilla de morcilla deshecha con cebolla para montar sobre unas rebanaditas de pan que la verdad es que estaba muy buena y fue lo que nos llevó al huerto. Con la segunda ronda, nos presentaron una ración de algo con un discutible aspecto que al final se quedó en el plato prácticamente entero (creemos que era un guiso de chocos con patatas y con una salsa amarilla).
Animados, pedimos lo siguiente para compartir entre los tres:
- Media ración de sesos rebozados: A mi me encanta la casquería si se la trata con un mínimo de cariño; desgraciadamente no fue el caso. Textura algo harinosa y pésima fritura.
- Tortilla del Sacromonte: Le pregunté al camarero que si las preparaban al momento. Me contestó con un sí rotundo y que además se preparaba según la receta clásica; es decir, con sesos aunque no con criadillas. Pues otra decepción ya que estaba excesivamente cuajada y anodina (vamos, que de recién hecha, nada de nada).
- Huevos estrellados con jamón: Fuente de patatas fritas cortadas en bastones con lonchitas de jamón y dos huevos fritos sin más historia. Aceptable.
No voy a puntuar el servicio del vino puesto que tomamos cañas.
Precio total: 37.20€ (incluido IVA, servicio de pan, cuatro cañas a 1.95€ y dos refrescos a 2€).
Nota: El precio que indico por persona sería compartiendo 3 raciones entre 3 personas y sin bebidas.