Tras cruzar a pié el puente sobre el río Eume que comunica las localidades de Pontedeume y Cabanas, llegamos a la afamada playa (en la zona) de la Magdalena. Allí se encuentra este restaurante que con más de 25 años de historia (eso he leído) ha sido reformado hace no demasiado tiempo. Y la verdad, es que lo han hecho con mucho acierto. Decoración moderna, de diseño y muy elegante. Excelente disposición de las mesas y muy cuidados todos los elementos tales como mantelerías, cubertería, copas, etc. Además, dispone de una terraza, que en las noches de verano que lo permitan, debe ser muy agradable.

Pero vamos a lo interesante. En la carta destacan principalmente los pescados, en diferentes presentaciones, así como los mariscos. Nosotros de primero nos inclinamos por compartir dos platos: zamburiñas a la plancha y almejas a la marinera. La zamburiñas rociadas con un poquito de aceite de oliva virgen y decoradas con trozitos de perejil me parecieron inmensas en su sabor, además de que su tamaño también lo era. Las almejas, por su parte, también presentaban un aspecto magnífico. Buen tamaño y excelente sabor. Si tengo que poner un pero, diría que la salsa marinera, a pesar de que estaba buena, era sensiblemente mejorable, aunque insisto, para mi gusto era de siete.

De segundos, nos inclinamos, en un caso, por lubina de costa al horno y al albariño, y en el otro, por los lomos tb de lubina, en este caso a la espalda con su ajada. Presentaciones ambas muy cuidadas, cantidades más que suficientes, (la lubina debía ser bastante grande...), y cocciones más que logradas y super honestas, sin filigranas, y respetando al máximo un producto que era de primerísima calidad. Acompañamos todo ello con un más que archiconocido Terras Gauda, albariño del Rosal.

De postre nos recomendaron un excelente "semifrío" de flan-helado de moka con sorbete de aguardiente. Delicioso, y el sorbete presentado en una bola que reposaba en una cuchara, he de decir que me sorprendió y estaba realmente bueno.

Nos fuimos contentos!