Parada obligatoria para reponer fuerzas en nuestra larga jornada kilométrica camino de Euskadi. Sin plan prefijado, sin saber a qué altura del recorrido nos encontraríamos a la hora de comer, el destino quiso que fuera Calahorra el lugar idóneo para ello.

Tras consultar Verema y desestimar nuestra primera opción por estar cerrado, nos acercamos a este local donde nos hicieron un hueco tras esperar un ratito tomando una cerveza en una terracita próxima. Estancia alargada con mesas en ambos lados conservando cumplida separación, decoración moderna, sencilla, equilibrada, sin extravagancias. Sillas cómodas y menaje más que correcto. Ambiente ruidoso aunque hay que tener en cuenta que se encontraba a tope.

Como el contexto de la comida era el que era y aún nos quedaba ruta en coche por delante comimos el menú del día (16.50 €) consistente en un primero y un segundo a elegir entre cuatro o cinco opciones, postre, agua o cosechero y pan.

Tras acomodarnos y mientras esperamos la comanda nos obsequian con un aperitivo consistente en un montadito de morcilla de arroz a la plancha.

Los primeros:

Croquetas de la Casa. Alargaditas con cobertura fina de la que no cruje y potencia de sabor en su denso interior. Antojo inusual.

Revuelto de Setas y Ajos Frescos. Tan solo lo probé. A mi juicio el huevo excesivamente cuajado. Desapercibido.

Los segundos:

Bacalao a la Riojana. Taco de lomo de buen tamaño ligeramente rebozado, de correcta calidad con los pimientos como compañeros de plato con buena salsa. Ajustado.

Rabo de Ternera. Acompañado de unas patatitas. No lo caté, pero Hambrebuena me comenta que estaba bueno, aunque con “mucho hueso y poca chicha”.

Como postres un Flan de Huevo posiblemente casero y un Helado de Stracciatella de aspecto industrial. Intrascendencia.

A destacar el crujiente, calentito y agradable pan servido incluido en el menú.

Para beber tan solo agua y un apropiado café para terminar.

El servicio por parte de las dos camareras muy resuelto, ágil y atento.

En resumen, empresa asentada en la localidad desde hace varias generaciones que presta su servicio de forma correcta y adecuada a su entorno. Supongo con éxito, a juzgar por el pleno en su comedor doblando algunas mesas como fue nuestro caso. Probablemente, si hubiésemos comido a la carta el resultado hubiese sido más satisfactorio. Resultó un buen punto de avituallamiento en nuestra larga etapa de carretera.

Nos invitaron a este restaurante en la parte vieja de Calahorra, un comedor rectangular de aspecto moderno, cuando se llenó, el ruido era bastante molesto, a veces costaba oír a los de tu propia mesa.

Para empezar varios platos de verdura, que para eso estábamos en una zona de buena huerta, festival de verduras increíbles, alcachofas, espárragos, judías, guisantes, habitas, impresionante producto y lo mejor, respetado en la cocina, para que hacer virguerías si tienes un producto como ese, todo genial pero si tengo que destacar algo, las alcachofas, sublimes.

De segundo, yo pedí cordero lechal al horno, sabroso, tierno, meloso, en fin, todo lo que se le puede pedir a un cordero, lo tenía aquel.

Otros platos que se pidieron, algún pescado, carrilleras, secreto, pero de estos ya no puedo opinar.

El vino, un Viña Alberdi 2003, muy bueno, bien servido, a temperatura, con buenas copas, solo pude ojear la carta por encima, prácticamente todo Riojas, pero me dio la sensación de que los precios estaban muy ajustados.

Los postres lo mas flojo, al menos el mío, crepe relleno de dulce de leche con dos chocolates, muy normalito.

Mi impresión es que es un restaurante con un producto fantástico que predomina por encima de la elaboración y eso creo que es inteligente cuando dispones de esa materia prima.

Para mi de visita obligada cuando pase por Calahorra.
PD: La fecha de visita es aproximada, no lo recuerdo con exactitud