La fórmula del éxito de este restaurante es sencilla: ofrecer cocina de mercado con algún guiño a la tradición de la comarca, cuidando las presentaciones y prestando especial atención a un servicio diligente, simpático, cuidadoso y muy profesional.

La carta está diseñada en base a tres aspectos: variedad, producto y buen precio.

De lunes a viernes ofrecen un completo y competitivo menú que no llega a los 13 euros. La carta no es muy extensa, pero si suficiente y la mayoría de las opciones es posible degustarlas en el formato de media ración. Según la temporada ofrecen algunas opciones fuera de carta.

La carta de vinos es de aproximadamente cincuenta opciones distintas y está organizada por tipos e indicaciones geográficas. El servicio del vino se realiza con mimo: presentación de la referencia elegida, muestra de tapón, prueba y relleno. La cristalería sin ser de marca constatable, es correcta en cuanto a forma y grosor y con los oportunos cambios con el cambio de referencia. Algunos vinos descansan en armarios climatizadores.

Fomentan la tertulia en la sobremesa, para lo que disponen de una buena oferta de destilados, especialmente de ginebras premium para preparar el “casi obligado” gin tónic, tan de moda.

Una agradable música de fondo acompaña a los comensales, perceptible durante los silencios pero sin impedir la conversación.

Han sido numerosas las ocasiones en que hemos visitado este restaurante, tanto al mediodía, como para cenar y he de deciros que siempre, siempre ha constituido una experiencia satisfactoria.

En esta ocasión, éramos cuatro y optamos por compartir los platos al centro:

Aperitivo de bienvenida, crema de verduras con parmesano rallado. Muy buen sabor el de la crema.

Parrillada de verduras, sencilla pero buena, cada una de las verduras con su punto exacto de plancha.

Abisinios de Codorniz, los abisinios son huevos cocidos y rebozados. Guiño al recetario local, pero en lugar de elaborarlos con huevo de gallina, se emplean los de codorniz. Le acompañaban de dos salsas mahonesa con distintos puntos de ajo.

Chipirones salteados con ajos, muy buen producto, excelentemente cocinado.

Fondue de Camembert con frutos secos y miel acompañado de crujiente de puerros. La fondué resulta un plato efectista y del gusto de los amantes del queso. Lo sirvieron con pequeñas tostadas.

Rosetón de longaniza y alcachofa. Alcachofa frita, acompañada de una hamburguesa de pasta de longaniza. Muy buena la combinación y original la presentación.

Postres: un surtido de tres de sus postres para los cuatro. Milhojas, Bavaroise de Turrón y Torrijas de galleta María con helado de leche merengada. Todos muy buenos, pero especialmente destacables las torrijas, por lo novedoso de utilizar la galleta en lugar del pan y por lo ricas que estaban.

Acompañamos el menú inicialmente con El Pícaro y rematamos con un siempre imponente Santa Rosa de Enrique Mendoza, además de una botella de agua mineral. Con los postres tomamos cafés e infusiones y Dulce Negra Monastrell.

Restaurante muy recomendable en Alcoy, del que destacaría su excelente servicio y su gran RCP.

Post completo, ilustrado con fotos en: http://www.vinowine.es/restaurantes/1938.html

Situado en el barrio de Santa Rosa, este pequeño restaurante de apenas diez mesas está decorado de estilo moderno, con diversos cuadros alusivos a la temática que le otorga el nombre al restaurante: los puentes, no obstante a Alcoi, se la conoce con el sobrenombre de ciudad de los puentes. Mesas bien separadas y bien vestidas.

La cocina que ofrece es tradicional de mercado, con algunas referencias a la cocina tradicional alcoyana. La carta se organiza en entrantes, ensaladas, carnes, pescados y postres. De lunes a viernes ofrecen un menú completo por doce euros. Según la temporada ofrecen algunas eleboraciones fuera de carta. La carta no es muy extensa pero si suficiente y bien resuelta. Existe la posibilidad de pedir medias raciones. La vajilla es sencilla y bonita y la cubertería moderna y fucional. En la sala, ejerce Fernando, uno de los propietarios, con atención, disposición, diligencia, y vocación de servicio.

La carta de vinos es corta (unas cuarenta referencias), organizada por tipos y por D.O.’s. Algunos de los vinos descansan en estanterías a la vista de los comensales, por lo que no siempre estarán en disposición de ofrecerlos a la temperatura adecuada. La cristalería es diversa (algunas copas mejores que otras), pero correcta de forma y grosor. Cuidan el servicio del vino: exposición de la botella elegida, muestra del tapón, (si corresponde: aireación y decantación), prueba, relleno, etc. Tiene una correcta oferta de destilados, especialmente de ginebras y diversas tónicas, con las que preparar el combinado de moda “gin tónic”.

Nuestra experiencia fue al mediodía: compartimos cuatro entrantes: aperitivo de bienvenida (gentileza de la casa): composición de chorizo y patata y unas aceitunas partidas, bolets (setas de chopo), queso brie horneado con salsa de pedro ximenez, abisinios de codorniz (huevos cocidos y rebozados) y chipirones y almendritas fritos con ajos tiernos y habitas, cada uno un segundo y compartimos dos postres (caseros y bien presentados). Para beber, tras las cervezas iniciales, tomamos un Ribera del Duero Roble (lo siento no recuerdo el nombre) y un siempre singular y especial “Fagus” de Coto de Hayas. La factura final ascendió a unos 35 euros por comensal.

Un restaurante nuevo (siete u ocho meses de rodaje) al que, de seguir así, le auguro un éxito garantizado. Señores de la restauración local, sigan el ejemplo de estos “noveles”, con muy poco, consiguen mucho.