Si hay que ir, se va.

Porque para ir hasta el asador, hay que ir de propio, y si no supieras donde estás entrando, ni se te pasaba por la cabeza que en ese sitio puedes comer un asado más que decente. El restaurante se encuenta absolutamente a desmano de cualquier sitio de interés de la ciudad (salvo para los residentes en la zona, claro), la entrada tiene el aspecto de un bar de barrio, de hecho, hasta entrar con un carro de niños tiene su aquel, y una vez dentro, la decoración y mobiliario resultan bastante precarios. Pero merece la pena.

El personal (llevado por los dueños con la ayuda de algún empleado), desborda cercanía y familiaridad, ideal para comidas familiares o grupos de amigos, y es de lo más eficiente. El servicio del vino es acorde a la rusticidad del sitio, con una oferta de 1 blanco, 2 rosados, y una veintena de tintos a precios en algunos casos excepcionales (CdH Garnacha Centenaria a 13€, Tres de 3000 a 15€), otros simplemente razonables (Remelluri 17€), sea lo que sea, da gusto que en algunos sitios no se te trate de tomar el pelo (y tenido en cuante en la valoración del vino), conservados en armario climatizado, y servidos en copas ya sí, un poco deficientes, aunque nada preocupante.

En cuanto a la comida, no hay carta, y se pide el plato principal casi al reservar (haciéndolo con al menos una semana de antelación), ya que cuentan con el producto justo, pudiendo tirar de asado o carnes a la piedra, antes, tienes 3 o 4 opciones de entrantes con las que comenzar la comida. Nosotros nos decantamos por un foie a la plancha con salsa de uvas (16€), muy rico, el producto parecía de calidad razonable, si bien la salsa que lo cubría de uvas por completo el material (muy trabada) estaba excelente, tirando de purismo, deja un poco el hígado en segundo plano, pero diría que el plato es imprescindible si se va alguna vez. Además de eso, ensalada de la casa para 3 (siendo 5), compuesta por una fuente con cogollos, anchoas, salmón, cebolla confitada, pimiento asado (hacía bien poco de ello), espárragos y atún, en cantidad ingente, a razón de 6 € por ración. Para rematar, el asado: en nuestro caso 1/4 de lechazo (churro de CyL, de los pocos sitios que se pueden degustar en Zaragoza) y 1/4 de cochinillo, que si bien estaba muy bueno en ambos casos, no sé si podría calificar como uno de los mejores de la ciudad, tal y como se me había vendido, ya que rozaba peligrosamente el cocido, y es que la cantidad de agua de la fuente en la que se cocinó, era excesiva, hasta el punto que las patatas que acompañaban el lechazo, estaban sumergidas por completo, de todas formas, pienso volver, con el fin de ver si fue un caso puntual o norma. El precio de los cuartos 35€, el cochinillo, 37,5€ el lechal. Los postres, desentonan, tanto en calidad como en precio, 4 € de una natilla de sobre con galleta me parece una barbaridad.

Total, 169 € de 5 personas, incluidas una botella de Remelluri, una de CdH Garnacha Centenaria, una de agua, 5 postres, 5 cafés, y 1 pacharán.

Merece la pena (casi diría que bastante), si se tienen en cuenta los peros, de hecho repetiré, aunque es probable que incluso lo haga con algún asado para llevar, ya que es algo que también trabajan.