Restaurante Casa Amparín en Albentosa
Restaurante Casa Amparín
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
30,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
30 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
6.5
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
5.0
Comida COMIDA
7.0
Precio medio entorno ENTORNO
7.0
RCP CALIDAD-PRECIO
7.0
Opiniones de Casa Amparín
OPINIONES
1

En la antigua estación de Mora de Rubielos, a pie de la vieja nacional, hoy un poco a desmano por la construcción de la autovía, y dentro del Hostal Peiró, encontramos este restaurante que lleva ya tres generaciones dando de comer a los viajeros (y va para la cuarta).

Está en pleno meollo de la zona turolense de trufa negra, e incluso se celebra allí, en sus instalaciones, el mercado de este exclusivo manjar.

El edificio está recién reformado. En la parte más antigua dispone de un comedor pequeño para diario. Para los fines de semana y celebraciones tiene en la zona nueva una sala muy espaciosa y luminosa. Mobiliario, vajilla, cubertería, cristalería, etc, el propio de este tipo de establecimientos.

Cocina casera, tradicional aragonesa.

Abrimos fuego con unas tostaditas que a la postre resultaron ser lo mejor de la comida:

Tostada de trufa negra y aceite de oliva. Una rebanadita de pan ligeramente tostado, con generosas lascas de trufa negra aderezadas con aceite de oliva y sal de escama… ¡Qué sabor! Quizás excesiva la sal. A la trufa negra, con esa fuerza que tiene, no le hacen falta muchos potenciadores.
Tostada huevo de codorniz y trufa negra. También muy rica, en este caso con mucha menos trufa.
Tostadas de terrina de caza. Entre sus ingredientes, cómo no, la trufa. Deberíamos haberlas tomado lo primero, quedaron algo insulsas tras la explosión de sabor de las tostadas anteriores.

Como íbamos dos, compartimos los primeros y los segundos, probando así de primero:

Garbanzos con bacalao: demasiado claros para mi gusto, me gusta más espesos y con más concentración de sabor.
Judiones estofados: mantecosa y sabrosa la alubia. Éstos sí estaban trabaditos y con poderío.

Y de segundos:

Embutido asado: longaniza de Aragón, chorizo, y morcilla aragonesa, con ese puntito dulce que la caracteriza, conferido por la canela y los piñones. Destacaba la longaniza por su calidad y por lo bien hecha que estaba: crujiente por fuera y tierna y jugosa por dentro.
Perdiz escabechada. Servida fría y sin el escabeche, una señora perdiz, fina, tersa y suculenta.

De postre optamos por el flan de calabaza. Si te gusta la calabaza, es tu postre.

Carta de vinos cortita, sin mimo alguno. Tomamos un Laus crianza 2004, muy correcto.

Servicio familiar (y tan familiar, son madre e hija).

En resumen, merece la pena desviarse unos kilómetros de la autovía.

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