En la zona comercial de Montigalá, se encuentra este restaurante, que aunque por su ubicación no de muy buena espina, sorprende por la calidad de sus platos. De decoración más bien rustica pero con gusto, este restaurante sorprende por su oferta de vinos (dispone de dos armarios bodega donde están bien conservados). La oferta de vino es más bien clásica, sin arriesgarse (Riojas, Riberas, Rías Baixas, etc.), los precios razonables. Sin probar el vino, comimos un menú especial, en el cual habían gambas con chocolate (no es la mejor versión de la gamba), pincho de pulpo a la gallega (correcto), croquetas de espinacas con queso (muy ricas), empanadilla de manzana caramelizada con salsa de foie (bueno), solomillo de ternera con salsa de foie y setas (muy bueno), sorbete de limón y lubina a la sal (estaba en su punto), y de postre un surtido de postres (con 4 mini flanes distintos, merengue con miel, sorbete con salsa de frutas del bosque y Coulant de chocolate. El servicio estuvo muy atento y profesional y el precio por la calidad de los platos, más que razonable.