Un restaurante con poesía

He titulado así mi crítica porque en la carta, generosa, antes de relatarte los manjares que te pueden ofrecer, hay una poesía dedicada a ese árbol tan poco lucido como es la higuera, que le da nombre al restaurante, una higuera que hay que ver dónde nace, el sitio más inexplicable del mundo, una pared del patio de entrada, donde afortunadamente todavía se puede fumar, con distancia de seguridad, y hacer una sobremesa como las de antes. 

Se trataba de una comida "de trabajo" por dar un concepto que todos entendamos (éramos cuatro compañeros a los que nos une la misma profesión) pero en realidad se trataba de pasar un rato agradable, comer bien y estar a gusto. Y a fuer que lo conseguimos, ya que la cocina es espectacular, el restaurante es impropio de un pueblo que no debe contar con más de seiscientas almas, donde existen restos arqueológicos de época romana, ya que la población se encuentra sobre el camino que unía Emérita Augusta con Toletum (hoy se llega en menos de quince minutos, que merecieron la pena, en esa época imagino que más y tampoco La Higuera de José estaría inaugurada).

Mesas muy bien montadas, con cubertería, vajilla y cristalería muy correctas, baños impecables, y todo muy preparado para cumplir con los protocolos a que ha obligado el puto bicho. Tiene, además, un comedor en el primer piso, bien para celebraciones, bien si fuera preciso ampliar el comedor de la planta baja, por aquello de la distancia entre mesas.

De la parte líquida, amén de dos cervezas para regar la plaza, que no cobraron por cuanto puede que fueran incluidas en el menú que pedimos, como el agua, nos trasegamos dos botellas de Quinta de Quercus 2014, recomendación del maître, un vinazo tinto de Uclés a base de tempranillo de 2014 y con un grado alcohólico de 14.5º, de Bodegas La Fontana el líder de la zona. 20 € por botella es una relación calidad precio excepcional: de haber sabido que íbamos a duplicar, y de haber tenido la magnum, habría sido la leche. Descorche y cata de la primera botella. (La ventaja de una sobremesa con buenos cafés y fumada, hace que el temor a la Guardia Civil quede bastante atemperado) Si además llenas bien la andorga...

La parte sólida, espectacular. Además de la carta (donde puedes encargar pollo en pepitoria, arroz con liebre o cocido, un plato que volveremos para probar por su fama) la oferta es de tres menús, a precio fijo de 25, 30 y 35 euros, que incluye el pan. el postre, el vino ¡¡¡y la gaseosa!!!. El plan es elegir de entre varios y numerosos entrantes que lógicamente como los segundos pueden variar (Revuelto de morcilla y patatas; Revuelto de verduritas naturales; Judión de la granja con matanza; Salmorejo de jamón y huevo; Ensalada con pimientos asados y atún; Migas manchegas con huevo frito; Ensalada de lechugas mézclum con ahumados; Espárragos blancos con salmón o Pimientos de piquillo rellenos de merluza y gambas) y de cada uno de los tres menús un segundo (Ciervo plancha; Solomillitos a la pimienta; Rabo de toro; Lubina a la espalda o Berenjena rellena de merluza y gambas, el de 25) (Cochifrito de lechón; Chuletitas de lechal plancha; Entrecot a la plancha o Lomos de bacalao con tomate o salsa verde, el de 30) (Perdiz roja a la toledana; Solomillo de ternera o Paletilla de cordero a baja temperatura, el de 35 €). ¡¡¡Las cantidades son como Dios manda!!! Nosotros nos pedimos cuatro entrantes distintos para compartir (Ibéricos, pimientos del piquillo rellenos, revuelto de verduritas y migas con huevo) Todavía se me hace la boca agua: no sabría con cuál quedarme. Y como dato de profesionalidad (o porque lo hagan siempre así) de los ibéricos (queso, chorizo, salchichón, jamón...) y de los pimientos había una pieza para cada comensal. ¡¡¡Chapeau!!! Tres de nosotros nos pedimos de segundo ciervo a la plancha (quizás un pelín hecho de más, pero abundante y bien guarnicionado con patatas fritas, una rodaja de tomate y un pimiento verde frito) y el cuarto comensal un entrecot con una pinta impresionante, que no pesaba menos de trescientos cincuenta gramos y perfecto de punto. 

El capítulo postres tampoco le andaba a la zaga: dos helados de distintos sabores -dos bolas más bien de billar que las acostumbradas de golf-, coulant de chocolate y brownie con su crema y helado, respectivamente. Todo muy bueno según los que tomaron cada uno, por aquello de no compartir con distintas cucharas el mismo plato. Doy fe del mío. 

Cafés ("ristretos" muy bien hechos) que cobraron los primeros, e invitación a los segundos y chupitos. 

Los tres menús de la opción ciervo, como he dicho, 25 €, y el del entrecot, 30 €. Realmente relación calidad y cantidad precio, excepcional. 

  • Patio de la entrada. Ideal para una sobremesa y para comer cuando el calor amaine,o cenar

    Patio de la entrada. Ideal para una sobremesa y para comer cuando el calor amaine,o cenar

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