Buen reservado, eclipsado por esa barra...
Enorme local en una de las calles más céntricas de Zaragoza.
En la planta calle tiene una barra nutrida maravillosamente, con un tapeo y unas raciones de muchos quilates.
La planta sótano, dedicada a restaurante, es muy amplia, decorada con estilo rústico, de bodegón como su nombre indica. Al fondo de la sala tiene un reservado como para 20 personas, con el mismo estilo. Espacioso, íntimo, con cuarto de baño propio.
Ahí nos ubicaron, éramos un grupo numeroso, y estuvimos cómodos, desahogados.
La cocina es tradicional, aragonesa de base pero con notables influencias de otras regiones.
Era sábado a mediodía y disponían de un menú con tres primeros y tres segundos, a elegir uno de cada, y fue por lo que optamos. El citado menú costaba 24€ e incluía vino, podías elegir un Rioja, un Ribera o un Somontano. Optamos por éste último, se trataba de un DANIVM crianza que estaba muy digno.
Yo tomé:
• Tomate de Zaragoza con ajo y aceite. Un tomate aceptable, bien preparado: en rodajas con bastante ajo troceadito y buen AOVE.
• Cochifrito. Este plato resulta casi siempre poco amigable al tacto, por esa “gomosidad” que en este caso estaba un tanto subidita. Si bien, de sabor, rico, rico.
• Sorbete de gintonic. Muy bueno, cargadito de gin.
Servicio rápido y profesional.
En resumen, no estuvo mal la comida, muy bien el reservado… pero prefiero la barra de arriba, ésa sí me dice cosas… Volveré un día a comer a la carta, que imagino que mantendrá el nivel de la barra.