El día 27/12, tenía una cena importante. Era la cena de despedida con mi hijo antes de que se marche por 6 meses en Oslo. Adelanto que este restaurante no era mi primera opción, pero dado que era lunes, post Navidades, muchos tenían cerrado (Lasarte por ejemplo) y Alquimia -que de hecho era la primera opción- estaba completo de hacía días, el destino nos condujo finalmente por este que no conocia y que por lo menos me garantizaba un ambiente de "luz y color".
En Mandarin hay dos restaurantes. Un es el Blanc y el otro (Moments) es el del hijo de la Ruscalleda. Optamos por el primero por motivos de simpatia / antipatia.. :).
Blanc está actualmente al cargo del "resucitado" Jean Luc Figueras, que había tenido tiempos de gloria hace unos 20 años en BCN, en el barrio de Gràcia, en una torre que había sido el taller del Balenciaga. Vamos a definir los puntos principales del restaurante:
ENTORNO FÍSICO: Muy conseguido, sorprendente, con algún toque discutible como algunas sillas tipo "Emmanuele", pero que calificaríamos de excelente.
COMIDA: Muy bien, con una oferta tirando a clásica. Lo que cabe esperar de un lugar de este nivel. Pedimos unos caracoles bourguignon, una coca de butifarra, cabrito, lomo de ciervo y surtido de quesos como postre. Y el vino fue un Venus DO Montsant 2006.
RQP: Bueno... en estos lugares ya se sabe. La mayoría de platos están entre 18 y 30 € y los postres a 9 € y por tanto lo normal es que una comida completa llegue a los 70 € por comensal, sin vino. Y los vinos están bien elegidos aunque su precio dobla el coste de bodega, pero justificado por disponer de sommelier. Ofrecen un buen surtido de vinos nacionales y franceses principalmente.
SERVICIO: Aquí la cosa ya empieza a estropearse. Buena voluntad, muchos camareros extranjeros europeos, pero un poco desordenado. Parecía que fueran "a tope" y ni el restaurante estaba lleno, ni parecía faltar servicio. Amables eran ... e incluso algunos me entendían en catalán ....;). Supongo que había mucho personal en prácticas.
AMBIENTE: Aquí si que la cosa era más chunga ... Una mezcla de guiris ricos, en concreto unos americanos con los hijos adolescentes, cenando con las deportivas sacadas, otros más próximos geograficamente, que comían sin cerrar demasiado la boca y bastante gente mediática .... Una mesa con uno de los componentes de un conocido grupo cómico catalán, otra con una glamurosa y conocida sommelier y una tercera con un crítico literato que tengo visto. Se me hacia extraño ver toda esta amalgama.
Pero no puedo decir que por culpa del ambiente no sea recomendable. Y como nos tenían rodeados, al menos nos reíamos de las situaciones ... los adolescentes americanos en calcetines, unos españoles protestando al sommelier (extranjero) por el hecho de no encontrar vino de DO. Toro y el cómico, que en su vida real, no era, con sus compañeros de mesa, tan simpático como se quiere mostrar en escena .... Curioso ...:).
En resumen... comimos bién, buscamos la parte divertida del ambiente y pagamos por el hecho de estar ´donde estábamos. Ideal para quien quiere "épater" a su pareja y poco indicado para gente que el tema de "glamour, luz y color", los deja indiferentes... como es mi caso...:).
Ricard
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