Restaurante La Hacienda en Gandia
Restaurante La Hacienda
País:
España
Provincia:
Localidad:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
30,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Cierra:
No cierra ningún día
Nota de cata PRECIO MEDIO:
35 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
6.7
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
5.7
Comida COMIDA
8.0
Precio medio entorno ENTORNO
7.0
RCP CALIDAD-PRECIO
5.7
Opiniones de La Hacienda
OPINIONES
4

Este restaurante cambió de gerencia a principios de año, por lo que las valoraciones anteriores corresponden a la antigua gerencia

Lo de "por fin un lugar al punto" tiene una sencilla explicación. Un punto justo donde comer de forma tranquila y agradable los meses de verano. Un servicio lujoso, y entiendase por lujoso en estos días una sonrisa y un correcto saludo al entrar en el restaurante sin resultar empalagoso ni tampoco indiferente como he venido experimentando en varios "restaurantes". Los precios sin lugar a dudas acordes a la calidad tanto de comida-servicio de mesas-comodidad del lugar, en otras palabras excelentes. y llegados al punto más importante, la comida solo puedo decir una cosa BON APETIT.
Sin lugar a dudas no solo lo he recomendado a conocidos sino que además me han dado la enhorabuena por haberlos enviado a un sitio donde pasar una velada agradable, con buena comida y bebida.

...Y a mí dudo mucho que me vean el pelo más.

Me limitaré a comentar aspectos negativos esta vez. Si durante los meses de otoño-invierno-primavera siempre he disfrutado de una magnífica carne a precios comedidos, de un servicio cercano y detallista pero sin resultar pesado ni pretencioso, de un entorno tranquilo donde poder conversar, etc. Me desdigo totalmente de todas las alabanzas dedicadas en mi valoración anterior, en todo lo relativo al servicio, a la RCP y al entorno. La calidad de la carne, la bodega limitada pero solvente y la presentación siguen siendo buenos.

En lo tocante al servicio, pésimo esta vez, se nota la marcha de Joaquín Jr. a su país. En esta ocasión un chico que quiso y no pudo se veía desbordado por tan solo 5 o 6 mesas, en la terraza. Terraza encantadora con capacidad para varias decenas de mesas más, pero cuya disposición el día de mi visita pareció que satisfacía las ganas de alguien de jugar al "Tetris". Me explico, entramos previa reserva de mesa, llega el camarero, nos pregunta qué mesa queremos y respondemos "Alguna de por allí, si puede ser..." (en referencia a una zona más apartada de clásicos del verano como "Familia numerosa IV", "Grupúsculo de barítonos", "El bebé de Satanás", etc.). El camarero se gira, ve las mesas de "allí" desmontadas (entiéndase por desmontada sin mantel, servilletas y dos copas) y nos espeta "No, allí están desmontadas, tiene que ser ésta" (una mesa pegada a una especie de hiedra-enredadera que se empeñó en acariciar mi nuca, coja y al lado de la puerta -perdiendo de este modo el sosiego del jardín, pues a un lado nos comíamos al vástago de Satanás y al otro las brasas ardían como si de en casa del susodicho nos encontrásemos-).

Aturdidos, nos sentamos y pedimos que traigan algo para fijar el tambaleo de la mesa. Lo curioso es que nuestra petición no fue atendida ni cuando el propio camarero que asintió ante la propuesta inicial sirvió el vino, comprobando como casi se van al suelo las copas. Indignante. Finalmente, tuvimos que ser nosotros quienes lo hiciéramos a base de plegar servilletas y tener que "hurtar" las de una mesa (vestida, ojo. De gala) próxima.

Por otro lado, el trato al cliente. Nunca me ha gustado, y muchos lo saben, que me hagan favores o me obsequien con prebendas y agasajos fuera de lugar. Además, muchas veces uno se da cuenta de quién le regala un licor, o le convida a una degustación de cualquier cosa, o le ofrece una breve pero amable y sincera conversación con gusto y simpatía, y quién lo hace por "cubrir el expediente". Desgraciadamente, en este lugar me tenían más acostumbrado a lo primero que a lo segundo, con lo que la desgradable sorpresa fue mayor.

Hasta el momento, en mis visitas a este restaurante me había sentido muy bien, era un cliente habitual y por tanto me consideraba alguien a quien ofrecer un pequeñísimo trato deferente. Un saludo, una gracieta, algo... En la visita que relato pareció como si me hubiera sometido a una intervención quirúrjico-facial o algo así. Al saludar al propietario (que, por cierto, tuvo que venir a traernos platos que se congelaban literalmente en la barra, pues nuestro camarero favorito parecía haberse olvidado de que los habíamos pedido y estaban listos para servir)percibí esa sensación de "Ah, eres tú... Hola y, por favor, no me molestes" que, en estas circunstancias, no estaba justificada (no había mucho trabajo) ni me esperaba tras muchas visitas y mucho dinero gastado ahí.

La traca final vino con la cuenta. Donde en otras ocasiones, como la que relaté en el comentario anterior, cené maravillosamente por 40 euros (incluyendo bebidas, entrantes varios, carne, vinos, cafés, postres, licores, cava, etc.) en esta ocasión la cuenta ascendió a 80 € por una ensalada, dos cervezas, un Rafa Cambra Dos, dos solomillos y dos cafés. Me quedé helado, y eso que la cena se salvó y puedo afirmar que disfruté de la comida y la bebida.

Ciertamente, llegado el verano he tenido sensaciones más agrias que dulces. No puede existir tanta diferencia entre el servicio, el trato, el detalle, dependiendo de que sea temporada alta o baja. Pero parece ser que sí existe. En fin, por opciones no será. Dudo mucho que vuelva...

Transmitiré a esta, nuestra comunidad, mi opinión/valoración de un restaurante del que soy asiduo, con los correspondientes pros y contras que ello pueda suponer. En cualquier caso, creo que merece ser tenido en cuenta por todos vosotros y vosotras.

Se trata de un restaurante en pleno proceso de cambio y adaptación a los nuevos tiempos. Se podría decir que hasta la fecha se ha caracterizado por ofrecer carne de muy buena calidad a precios algo elevados, sin duda debido a la no inclusión del IVA en el precio, lo cual hace subir bastante el total para desgradable sorpresa del comensal. No obstante, han iniciado una política de ofertas, descuentos a la carta y menús a precio cerrado que aproxima más el buen hacer de estos uruguayos a gente humilde como un servidor e, imagino, muchos más de por aquí.

Su ubicación, lejos de las aglomeraciones de primera línea de playa, unida a su entorno -poseen una bella terraza donde se cena estupendamente en los meses más calurosos y un comedor interior muy bien vestido y acondicionado que resulta muy acogedor el resto del año- hacen que uno consiga concentrarse en la excelente materia prima que caracteriza la cocina de este lugar.

Como decía, la cubertería, copas y vaijlla son más que correctas, así como la música ambiental, la decoración y los tonos del local. En lo tocante al servicio, se muestra las más de las veces muy amable y cercano, sin caer en el "colegueo".

Pero vayamos a lo más importante. La carta nos presenta una variedad relativamente grande de platos, divididos en función de su forma de cocción (en la cocina, a la brasa, etc.), así como en carnes rojas, aves, cerdo, pescados y pastas. Los entrantes (provolone a la brasa, pincho de verduras idem, revuelto de gambitas y espárragos, revuelto gramajo, champiñones provenzal, chorizo criollo casero, patatas roquefort al horno, pimientos rellenos, ensaladas variadas, etc.) son muy resultones y sabrosos, y no condicionan ni roban protagonismo a la carne, verdadero motivo de visita. En cuanto a ésta, tenemos las variedades apuntadas arriba, pero únicamente puedo hablar de las rojas, destacando la calidad, corte y punto del solomillo, el tamaño y sabor del entrecotte y la originalidad de carnes poco conocidas -aunque menos placenteras al gusto- como la colita de cuadril. Ofrecen asimismo una parrillada con diversos tipos de carne, pero para 4 personas como mínimo.

Los pescados los desconozco, aunque sí he probado la más que saciante brocheta, muy recomendable si se prefiere la opción marítima.

La bodega es muy clasicona, pero por suerte disponen de una cava a la entrada que asegura una correcta temperatura y conservación de los caldos. Los precios son los habituales, algo hinchados en algunos casos pero oscilando entre los 15 y los 25 euros. Lamentablemente, el IVA posteriormente cobrado puede reventar la perspectiva de un vino a precio competitivo. Predominancia de Riojas y Riberas (Protos, Marqués de Arienzo...), y algunas referencias valencianas como Les Alcusses, Rafael Cambra, etc. Ocasional uso del decantador en el servicio, así como el relleno de copas.

Los postres, a excepción de los deliciosos crepes o el "salchichón de chocolate", prescindibles en su mayoría. Ofrecen cócteles y combinados para después de la comida/cena. Cafés Nespresso y servicio de pan a precios elevados, lo cual se atenúa con la opción de los referidos menús a precio cerrado (30-35 €) que constituyen a día de hoy la mejor elección, aunque se admite su reserva solo a partir de 4 personas. Yo pasé mi Nochevieja cenando salpicón de marisco, surtido de ibéricos, crépe individual, solomillo macerado en soja con boletus, surtido de postres, café, licores, cava, cerveza, agua, refrescos y 4 botellas de Protos crianza por 40 € (IVA incluido, lo cual da fe de su intento de mejora en este aspecto).

En resumen, una buena parilla-asador donde los amantes de la carne pueden dejarse caer y que se aleja en cierto modo de las franquicias que parecen copar poco a poco este sector de la gastromonía (sin desmerecer a éstas por supuesto).

Un saludo a todos y ¡FELIZ AÑO NUEVO!

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