Fuimos a cenar a este pequeño restaurante gracias a la recomendación de una amiga. Uno de tantos y anónimos sitios donde uno no aparecería si no fuera por el aviso.

Nada más sentarte te das cuenta que hay ganas y detalles para el disfrute: Mesas bien vestidas, copas adecuadas, recepción irreprochable.... y lo mejor una carta de vinos extensa y a precios muy muy comedidos. Alión 48 €. Nos dejaron una botellita de aceite (creo Navarro) y casi acabamos con el pan y con ella :-)

Éramos 4pax y pedimos para compartir:

- Jamón de bellota.
- Ensalada templada de bacalao.
- Verduras de temporadas con foie y crujiente de jamón.

Los dos últimos platos en raciones individuales. Cantidad y calidad en todos ellos. Gran comienzo¡¡¡

Para los principales nos fiamos de las indicaciones y pedimos un Rodaballo para tres y rape. De nuevo gran calidad en todos ellos, con el punto exacto del pescado en una preparación sencilla; un poco de aceite y ajo, para que más con esa frescura.

Para terminar unos postres caseros, a destacar el arroz con leche.

Otro detalle para terminar. Carta de infusiones.

Rematamos con gin tonic bien preparados.

Una pena que fuera cena, las vistas tienen que ser increíbles. Ya tenemos excusa para volver.