Fenómeno paranormal

Sin duda alguna, lo de este restaurante es un fenómeno paranormal, eso o que la gente está perdiendo criterio a la hora de elegir un local para disfrutar de un buen ágape, y yo, prefiero pensar lo primero. Me explico, se trata de un local abierto en el centro de Terrassa hace unos meses y que está decorado de forma IMPRESIONANTE, con una ambientación asiática con enormes figuras y donde han cuidado todo tipo de detalles, sin duda es para mí, lo mejor del restaurante. Pero, como de lo que se trata es de darle placer al estómago por encima de la vista, uno se dispone a comer acorde a la decoración y al bombo que el local está teniendo en la zona. Bien, la calidad de la comida no es discutible, sólo faltaría, en general le daría un 7, los entrantes que pedimos, unas tapas de entrecotte al ajillo y unas patatas con brie y jamón ibérico bastante bien, ahora viene el chasco, dónde uno se espera que le sorprendan, en el plato principal, llega la decepción, un arroz (al que ellos le dan especial protagonismo) con setas, cigalas y foie al que le chorreaba una cantidad de aceite brutal, algo imperdonable para cualquier local que no sea un chiringuito de playa y menos, si su chef presume de experto en arroces, y por otro lado un bacalao al pil pil, que desde luego no es su fuerte, además de presentar una ración irrisoria con un micro-lomito de bacalao de apenas 100 grs. sobre una patata y con un pil pil que no estaba bien ligado con lo cual no dejaba de ser una balsa de aceite. 37€ por persona, SIN VINO, me parece una relación calidad-precio totalmente descompensada para la calidad y cantidad del producto. Desde luego, es uno de esos restaurantes donde alucinan aquellos que se dejan llevar por impresionantes decorados, pero para buenos gourmets, existen otras muchas opciones mejores. Lo que me da lástima es que cada vez vamos hacia un punto en el que para triunfar en hosteleria lo que prima es tener un buen decorador por encima de un buen cocinero. Totalmente sobrevalorado este sitio.