Molesto y enojado. No estoy acostumbrado a salir en este estado de un

Molesto y enojado. No estoy acostumbrado a salir en este estado de un restaurante porque suelo informarme previamente, pero en este caso no me sirvió de nada la precaución. Mal el servicio (10 minutos para traer una segunda botella de vino -eramos 8- y mientras ves a dos de las camareras de tranquila conversación en la barra), deficiente ubicación de las mesas (una encima de otra -vimos una caida de copa de vino derramada sobre una mesa inferior-), desvergüenza (no se puede llamar de otra forma a cobrar 18 € por un plato de jamón serrano sin curar y sin sabor como si fuera ibérico) y muy deficiente trato al fino (doblemente grave por el planteamiento del restaurante, en el que se supone que el vino tiene un papel destacado: carta vulgar, una botella excesivamente fría y la siguiente demasiado caliente, mal servido). ¡Huir!

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