El entorno es una maravilla. Localización única con encanto dentro del edificio histórico de Palau de Mar, en el Port Vell de Barcelona. Vistas impresionantes a la marina de veleros, y con coqueta su terraza orientada al sur para disfrutar del sol del Mediterráneo en todo su esplendor.
Bien, hasta aquí lo positivo...Desgraciadamente este marco incomparable para "saborear" una buena cocina está orientado a los "guiris" que no tengan paladar, pues en cuanto empiezas a comer te sientes estafada. La Carta de Vinos pobre y cara, y si quieres tomar sólo una copa te la cobran a 8'- euros con la excusa de "estar disfrutando de la vista del Port Vell"...
En fin, yo aviso.