Aunque es el restaurante de un cámping con bungalows, y desde fuera no llama la atención, al entrar en el bar con sus expositores de aceites y vinagres con setas, conservas, y setas frescas recién cogidas, indica que es algo más. Un gran horno de leña, flanquea la puerta de enytrada al restaurante, muy cuidado, con grandes botellas de licores artesanos, alambiques de destilación y una cava de vinos.
En temporada es obligado (si te gusta, claro)los menús micológicos, aunque los menús del día y las carnes son de primera(mientras comíamos entró el dueño con una pieza de buey para cortar en chuletones, impresionante¡). Tienen platos caseros sabrosísimos, como unas estupendas lentejas, y la sopa castellana (sopa de ajo con pan y huevo escalfado). Nosotros tomamos, además de lo anterior,unos entrantes de setas para el centro: carpaccio de boletus, champiñón rebozado y crujiente (qué diferencia de sabor con el habitual de compra), colmenillas con foie (bien de sabor, pero las colmenillas demasiado blandas), y ya de segundo pechuga de pollo entera rellena de una especie de crema de setas, estupenda.
Vinos de rioja y ribera en la carta; nosotros pedimos un cosechero bastante regular. En invierno cocinan matanzas, en primavera se dedican a las setas, en Julio y Agosto al cangrejo de río, y en Octubre durante todo el mes a las jornadas de la gamba y el percebe.
Hay quien dé más?