Vasco en Valladolid

Como me pasó recientemente en un restaurante zaragozano, lo primero que me llamó la atención de este restaurante fue el color elegido (pistacho) como color representativo, que unido a su rotulación, le dan un aire bastante moderno, nada estirado, casi juvenil. Luego el interior, combinado con los tradicionales negro y blanco, se inclina más hacia la elegancia, aunque el trato sigue siendo bastante cercano por parte de la respondable de sala, correcto y a la altura en todo momento, en lo que a la plantilla se refiere, fueron pacientes con el carrito que en ciertos momentos podía causar molestias al trajín de la barra móvil que usaban para servir los GT's.

Carta de vinos razonable, nada deslumbrante, pero suficiente, a pesar de limitarnos a comer productos de origen marino, se optó por un tinto, y al estar de promoción los vinos de las bodegas Emilio Moro, optamos por un Malleolus a 32 € la botella, bien servido en temperatura, en copas Riedle (cambiadas ex-profeso), sin rellenar, ni falta que hizo.

La carta, de tradición vasca, eminentemente pescados, alguna carne para complementar, casi todos los primeros entre los 15 y 20 €, los segundos entre 20 y 25. Sacamos tres primeros a compartir, a base de un carpaccio de anchoas excelente, un laminado de pulpo logrado, y un micuit de oca acompañado de trompetas de la muerte ligeramente caramelizadas, ya era hora de encontrar un acompañamiento para el mi-cuit que realmente aporte, en lugar de restar a éste. De segundos, pude probar el tronco de rape bastante rico, un tartar de atún rojo bueno (aunque por momentos se excedía el picante). Yo me decanté por unos huevos fritos (me atrevería a jurar de corral de verdad, y si no eran puestos el mismo día, poco les faltaría) con kokotxas de merluza. De llorar. Las platos aunque parezcan caros iunicialmente, entre el producto y las raciones, lo valen sobradamente, postre no pedí, y no recuerdo en estos mometnos que pidió la compañía. De aperitivo, cata de aceites (mención especial a un Picudo de Toledo), y una lonchitas de lomo.

Y rematado por mi parte a forma de postre por un GT de Martin Miller's Dry Gin Westbourne Strength con Fentiman's, que al ser el botellín más pequeño, para conservar la proporción, se acabó convirtiendo casi en medio GT, eso sí, cobrado a precio de GT entero (11€), bien servido, con parafernalia del carrito incluído.

Total 245 € de cuatro personas, pagados de los lo más a gusto.

Recomendado por 1 usuario
  1. #1

    Latrufa

    Buena crónica, para variar :)
    Curiosidad, ¿que tal está esa variedad de Martin Miller? He leído por aquí que está muy buena.
    Saludicos.

  2. #2

    lair75

    en respuesta a Latrufa
    Ver mensaje de Latrufa

    Pues me gustó bastante, pero fue demasiado cambio, quiero decir, era la primera vez que probaba la tónica ésa y la ginebra ésa, conque no sé cual de las dos variantes le aportaba más.

    Eso sí, me supo a poco. :D

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