La verdad es que todo estaba riquísimo: el jamón (de calidad aunque cortado previamente), las alubias rojas con morcilla y col y la carne en su punto, churruscada por fuera y muy poco hecha por dentro, servida en fuentes para que los comensales se vayan poniendo, acompañada por una guarnición de pimientos de piquillo para chuparse los dedos.
La pena es que tan ricas viandas vayan en un menaje tan basto como el que utilizan.
Los buenos caldos que atesoran (predominancia casi absoluta de Rioja y Ribera, debe ser lo normal en Madrid) y además a buenos precios nos los querían servir en vaso de agua normal. Me quedé cuajado y pedí otras copas. La alternativa fueron copas de vidrio muy grueso totalmente inadecuadas para el Pago de los Capellanes que bebimos. Vi que otras mesas tenían copas mejores.
Pan de un tipo, estaba bien, postres sin complicaciones (helados, tarta de queso, de chocolate...).
Personal femenino en su mayoría, voluntarioso pero me dio la impresión de que con poca experiencia.
No obstante dudo que se planteen cambiar, porque estaba de bote en bote.
Me invitaron, pero sale a unos 75€.