Interesantísima nueva propuesta en el Eixample valenciano.
Se trata de un destacado exponente de este concepto que está en boga: gastro-bar.
Local modernote, al que se accede atravesando un angosto pasillo, formado por la barra y una pared que también tiene una barrita. En una se agolpa la gente que decide comer en ella y en la otra la que espera mesa.
Siempre animado, buen ambiente, atmósfera trendy.
Tiene el gran inconveniente de que no reservan. Sólo por eso entran unas terribles ganas de no ir, pero mi curiosidad gastronómica pudo, una vez más, con mis prejuicios.
Y tuve premio, pues era festivo a mediodía, pasadas las 15.00 hrs… y no esperé ni 5 minutos.
Cocina marcadamente mediterránea con comedidos ramalazos creativos. Cada plato tiene un “algo”. Basada y concebida para y por el tapeo, el tapeo no en su concepción norteña sino en la sureña y levantina, o sea la ración o ½ ración. En muchas de ellas, Quique Dacosta, el mediático ideólogo, homenajea a otros cocineros que son de su agrado.
Degustamos:
• Pulpitos con patatas machacadas y pimentón de la Vera.
• Papas bravas (Homenaje a Arola).
• La pizza más fina del mundo (Homenaje a Fabián Martín).
• Brocheta de rape, champiñón y bacon con mojo rojo.
• Erizos gratén.
• Torta del casar tibia, orégano y aceite pimentón con obleas de pan.
• Fritura de alcachofas con romescu.
• Sandwich de jamón y mozzarella trufado.
• Presa a la parrilla con chimichurri.
• Mil hojas de hojaldre nossette y crema.
Como decíamos casi todos los platos tienen su aquel, o lo intentan. No es nada del otro jueves, pero todo está rico y despierta tu interés.
La pizza no me dijo gran cosa. En cuanto a las bravas, ricas, pero me esperaba algo más innovador. Sin embargo, la presa estaba sabrosa, con un chimichurri espectacular que la elevaba, la hacía levitar. Destacables también los erizos por su suavidad al tacto y potencia al paladar, y los pulpitos por la sensacional conjunción del plato.
Carta de vinos sugestiva. Tomamos una botellita de Billecart Salmon que estaba delicioso. Bien tratado, saben de vinos.
En resumen, se come y se bebe bien, a precio más que razonable, en un agradable entorno y con buen rollo. Y como también me gusta el concepto, no puedo sino concluir que volvería con asiduidad… si reservaran mesa.