Joan Manubens que ya sólo ejerce de relaciones públicas, sigue en la misma línea de siempre por lo que se deduce que continúa siendo un negocio todavía rentable, sábado al mediodía y el local completamente lleno tanto la sala principal como la anexa y por el ir y venir de los camareros también los comedores situados al fondo a la izquierda.
Sin reserva previa me atrevería a decir que te quedas sin mesa.
La persona que ejerce de maitre te recibe a la entrada y te acompaña a la mesa, a partir de aquí todo se desarrolla según el guión que tienen marcado, solo tienes que esperar a que te vayan sirviendo platos.
El cava muy fresquito y con un constante relleno de las copas, por cierto aún utilizan las anacrónicas "pompadour"
Los platos van desfilando al antojo de la cocina con una anarquía total de los camareros, matizo: todos sirven a todas las mesas, todos rellenan las copas de cava, todos hacen de todo.
Los platos que nos fueron sirviendo fueron: jamón y pan con tomate, almejas a la marinera, canaillas al horno, morralla (pescadito frito) gambas de la Barceloneta, sepionetas, gambas de Tarragona, cigalas encebolladas, rape.
Todo sin ningún tipo de complicación en la cocina, todo a la plancha.
De postre flan de la casa y hojaldre.
Dos botellas de cava Torelló
Dos cafés y sus correspondientes orujos.
Resumiendo: El producto que utiliza es fresco y de primera calidad pero el precio que te cobra por el mismo y por su elaboración está muy desproporcionado.