De un tiempo a esta parte emerge en el paraíso gastronómico que es Galicia una nueva generación de jóvenes chefs que con, mucho talento, están dándole un aire refrescante a la cocina gallega. Siguiendo la estela del grupo Nove, André Arzúa nos ofrece en su restaurante del bello pueblo de Allariz sus propuestas.
Galicia ha ofrecido desde siempre una cocina basada en el producto, huyendo de artificios y grandes sofisticaciones. Y esa es la base sobre la cual trabaja André: producto de calidad, querencia por los buenos frutos de la tierra, más especialmente los de Ourense. Esa es la base y a partir de ahí se reinventan o revisitan con un resultado óptimo las recetas clásicas junto con algún que otro toque de innovación.
Visitamos A fabrica un día de mucho (demasiado?) trasiego. Coincidía con la fiesta de la empanada en Allariz y ello se dejó sentir tanto en la atmosfera misma del restaurante como en los tiempos de servicio. Los propios camareros nos pidieron disculpas ante lo evidente. Los platos no llegaron en los tiempos adecuados. Cabe decir que en la anterior visita no hubo queja al respecto con lo cual dejaremos la cuestión en un desliz de un día demasiado ajetreado. No estaría de más sin embargo que se revisase la conveniencia de tener una zona de bar? donde la gente se toma coca-colas con chips en una zona de paso entre el comedor interior y exterior. No contribuye a crear la atmosfera intimista muy integrada en una acertadísima restauración de una antigua fabrica de curtidos justo al lado del río. Inmejorable emplazamiento el que nos ofrece. Creo que A fabrica ha de ser un sitio que gane mucho de noche. En mis dos ocasiones fui a comer, no a cenar.
En cuanto a la comida, nos pedimos unos raviolis al curry, un pulpo braseado y unas berenjenas rellenas para compartir de primero. Excelentes los tres. Los raviolis tenían un punto crujiente muy interesante. La textura del pulpo, perfecta, como es tradición en Ourense (sobre todo a feira) y la berenjena muy buena. De segundo me pedí un rodaballo, fresco, un su punto justo de cocción. Brillante. Los postres consistieron en unas cañas de crema. Correctas. Regamos la comida con un Casal de Armán 2008 (D.0. Ribeiro) y un Guitián (D.O Valdeorras), un godello de lujo.
El servicio no brilló a gran altura, aunque cabe destacar en todo momento su predisposición y voluntad. Les superó el ajetreó del día. Copas, cubertería y vajilla al nivel esperado. En resumen, buen trabajo en global. Para redondear la jornada vale la pena dar un paseo por Allariz, un pueblo brillantemente recuperado que ha hecho una apuesta muy inteligente por un turismo de calidad.