Por fin he podido comer en este restaurante, que me han aconsejado varias personas de las que yo considero valorables en estos menesteres, ajenas a estas páginas y como no, de los que han colgado sus comentarios aquí.
Sábado gélido, con unos 6º en la calle y una pena no poder disfrutar la terraza, por tanto a tomar un vino blanco de nuestra tierra en la barra, aportando por iniciativa propia la casa, unas colmares tipo rabas con unos aros de cebolla frita y algo de pimento ídem, que estaban a un muy buen nivel.
Tras este empiece bueno, nos acomodamos cuatro personas en el comedor superior, con una agradable temperatura (ni calor, ni frio) amplia mesa y con los aditamentos al efecto, de buen nivel.
Carta amena de leer y bastantes platos de viva voz.
Aconsejados por dos de los acompañantes ya veteranos en el local, nos decidimos por compartir:
- Croquetas de bacalao y espinacas, hojaldre con foie y champiñones rebozados.
Las primeras, con una estupenda bechamel, buena cobertura, sabor logrado y un buen tamaño, por ponerlas un ligera pega, que no empañaba el plato, ligeramente abiertas: muy bien en conjunto este plato, tan fácil y al mismo tiempo, tan difícil.
El hojaldre, en conjunto resulto agradable, pero una vez más se demuestra que el hojaldre suele maridar bastante mal con muchos cosas, salvo con la mantequilla (esta aseveración me la permito hacer, tras tener la suerte de cenar anoche con dos pasteleros torrelavegenses, con motivo de la cena del patrón de la Cofradía, que me explicaron el tema) y hoy he tenido la oportunidad de corroborarlo.
Los champiñones: con una curiosa presentación, venían acompañados de tres salsas, una picante de intensidad mediana, otra de tipo mahonesa y una tercera tipo al olí. De notable resulto el plato.
En cuanto a los platos, nos decidamos por:
- Manitas de cerdo (pies llamanadas en algún lugar): generosa ración con un buen nivel.
- Mollejas empanadas sobre un lecho de patatas fritas de tipo paja: también ración de buen tamaño, con las mollejas bien de punto y sabor y algo frías las patatas.
- Merluza a la donostiarras: muy bien en el sentido estricto de la palabra, y
- Cocido montañés, ante el día que hacía, el que me mencionasen que el mismo se había realizado “con mimo” y con el mes que llevo escribiendo de alubias y cocido, me decanté por él: generosa ración, presentada en un cuenco de tamaño medio, de entrada daba el aspecto de no estar la berza integrada con el resto de sus acompañantes, pero en la boca , resultaba muy bien en todos los aspectos, alubias sin pellejo, berza suave, compango de nivel en cuanto a calidad y bien de punto etc., y en estos momentos estoy muy bien de digestión, lo cual quiere decir que no era nada grasiento y que la alubia estaba bien tratado, aparte de que fuese de buena calidad.
No tomamos postre, ante la batalla que nos habíamos pegado y cerramos con cafés, por partida doble en tres de los cuatro casos.
En cuanto al vino, tienen una carta con bastantes cosas, pero quizás tiene más aun, fuera de ella, hemos tomado primero Nunc 2008 y de segundo Tres Picos 2007, con unos precios considerados, copas de buen nivel y el servicio en sí, limitado a descorchar y servir en la primera ocasión. Cambio de copas para la segunda botella.
El servicio de la sala, simpático, “cercano” y que cumplió.
El total de lo descrito junto a una botella de agua, ascendió a 35 euros por comensal,
En conjunto, agradable local, que en verano con su terraza, seguro que resulta más, con una buena cocina y con unos precios bastante considerados.