El restaurante aparece dividido en dos partes:

a.) Bar/Comedor.
b.) Sala Chill Out.

El resturante es algo pequeño y las mesas de sólida madera carecen de mantel. Sin embargo, no dejas de tener la sensación de estar en algo más que una tasca.

De entrante tomamos carpaccio con queso de Roquefort y ensalada de bacalao, todo ello junto a un manífico albariño Terras Gauda, que estuvo mejor tras pasar por la cubitera.

El servicio lento, aunque amable, dio paso al plato principal que en mi caso fue codillo de cerdo. Realmente fantástico, jugosito y en su punto.Para entonces ya bebíamos un Absum de Somontano, riquísimo.

De postre tarta de chocolate, que estuvo bien mediocre.

Otros pidieron de principal solomillo con chalotas y reducción de Madeira, que no estuvo bueno, y otros entrecot, que realmente estuvo como para devolver. Una "suela" así, no se sirve.

Volveré por el codillo y por la música en vivo, que fue con mucho lo mejor. También estuvieron bien los Macallan de 12 años en la zona Chill Out.