Brasería consagrada

Para inaugurar el otoño gastronómico fuimos a cenar a esta brasería ya consagrada entre los devotos de la buena carne, de aires modernos e interiorismo exquisito, ubicada en un amplio espacio en Casanova junto al cruce con Diagonal. Mucho ha dado que hablar este restaurante desde su inauguración el pasado año y, aun habiendo disfrutado de un inmediato éxito de público, también ha recibido bastantes críticas negativas. En nuestro caso era la segunda vez que ibamos. Si bien la primera visita, a finales de febrero, resultó una experiencia bastante decepcionante debido sobre todo a un torpe y errático servicio, en esta ocasión la cosa fue mucho mejor.

Esa mejora se debe en parte a una mayor profesionalidad, cordinación en sala y aun más importante simpatía, cuya ausencia en sus inicios se convirtió en el centro de todas las críticas. Y la verdad es que razones no faltaban, por lo que fue legítimo que con los precios de su carta el respetable se pusiese quisquilloso y exigente. Como comentábamos, durante nuestra primera visita hubo varias meteduras de pata por parte de un camarero en concreto y además tuvieron el garrafal desliz de servir dos frisian y un kobe en lugar de dos kobes y un frisian, y a pesar de ello no rectificar. El error saltaba a la vista, y aun así se empeñaban en que estaba todo correcto. Resignados ante su ceguera, tuvimos que desistir y empezar a comer, hasta que a los 10 minutos el maître reconoció el fallo y cambió uno de los platos. En fin, que resultó un lapsus bastante lamentable para un sitio especializado en carne de vacuno aquello de no percibir la diferencia entre las piezas que sirven. Pero como el tiempo es el olvido y además la calidad de su materia prima es indiscutible, decidimos acercarnos de nuevo a ver qué tal.

Y allá que nos fuimos a Casa Paloma a por una merecida segunda oportunidad. El lugar en sí nos encanta, por culpa de ese interior que es un verdadero alarde de buen gusto. El espacio está dotado de un aura de moderna calidez, un poco estilo Charles y Ray Eames, a los cuales nos recuerdan algunas de sus sillas y mesas, además de esa elegante combinación de materiales cálidos y fríos. Las alacenas de madera, la chimenea cegada, las repisas y las lámparas de pie logran darle la atmósfera de acogedor salón, mientras que detalles como el cubo donde preparan los tartares, el montacargas que baja hacia un espectacular sótano o los tubos del techo le dan un aire más industrial.

Dicho esto, decir que comenzamos con unas voluminosas Croquetas de carne que son una maravilla y consiguieron hacernos rememorar las de antaño. Nos quedamos con ganas de probar más platos de la sección Como en casa. Continuamos con las Anchoas de Santoña marinadas, servidas por unidad, muy buenas.

Luego un Tartar de Salmón, de corte muy limpio y en porciones cúbicas grandes, aliñadas con jugo de limón verde, cebollino y pimienta. También nos gustó mucho, aunque en la primera visita pedimos el de atún, macerado en salsa de soja, y nos gustó todavía más.

Después, dedicación absoluta a la carne a la brasa de quebracho. En su carta ofrecen tres razas (Frisian, Wagyu y Angus ) en diferentes cortes. Nos decidimos por las dos primeras. El Lomo alto de Frisian es una carne de gusto poderoso y alta untuosidad, debido a la infiltración intramuscular de grasa y una prolongada maduración. Preparado en su punto perfecto y acompañado de un gratin dauphinois de patatas superior (difícil de encontrar uno semejante por aquí).

La tirita de carne japonesa fue otro éxito mayúsculo por su ternura inigualable y su sabor, además de ese hipnótico veteado rojo intenso. Para acompañarla, una botella de Castillo de Sajazarra, reserva de 2004.

Acabamos con unos postres que tampoco desmerecen en absoluto. Una Mousse de chocolate buena y una Tarta de limón con un merengue y un sablé muy conseguidos. Después nos fuimos paseando un poco para bajar la cena y con la sensación de haber acertado en repetir. Parece que han mejorado mucho respecto de aquella primera ocasión tras corregir esas deficiencias y un quizá perdonable caos inicial. Enhorabuena.

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