local discreto y cálido ubicado en el puerto de mahón, el local de por sí ya es atípico en la zona, porque no posee grandes ventanales para tener unas vistas al puerto... ni terraza, por lo que creo que la gente se tiene que sentir más a gusto en invierno o por las noches... vajilla y cristalería diferente para todas las mesas... en la carta ausencia casi total de pescados...vamos, diferente. la comida es correcta, son famosas sus patatas rellenas, sus brochetas... y donde sólo se puede elegir a la carta por las noches, ya que al mediodía tiene el menú con un par de opciones(creo recordar), carta de vinos muy breve, correcto.

Restaurante en el puerto de Mahón, de los últimos del paseo. En la carta llama la atención que sirven carne de avestruz y de canguro, además de tener diversos menús y platos sugerentes.
El interior está decorado en madera con motivos marineros. Con el mar tan próximo, tuve cierta sensación claustrofóbica.
Pedimos el menú de mediodía (15,50€):
- Espinacas a la crema (muy buenas) y escalivada (normal y corriente).
- Arroz de bacalao, servido en una paella para dos. Correcto sin más.
- Postre: helado de chocolate, abundante y cremoso.
- Bebida (agua).
- Café o infusión.
Parece que tenían buenas referencias de vino, que desgraciadamente no catamos.
Servicio amable aunque la cocina era algo lenta, sin estar lleno el local.
Comida bastante normalita, quizá sea mejor visitarlo en invierno.