Menudo entorno!!

Después de días y días de tapeo por tierras granadinas, a uno le apetece sentarse a la mesa y dar buena cuenta de su plato particular. Y eso fué lo que nos llevó a este restaurante nada más llegamos a Trévelez. La sorpresa estaba en el interior: Menudo local! Guste o no el estilo por el que se ha optado hay que valorar la inversión hecha en el lugar: la amplitud de los espacios, los materiales usados, la iluminación de los rincones, los detalles decorativos... Piedras naturales, cerámicas, maderas nobles, los baños... Toda una joya del estilo rústico. Algo a destacar también, es el trato del personal tanto en la recepción (barra) como en sala.

La comida es un compendio de platos típicos de la zona (varios "de cuchara") y de carnes. Pedimos jamón de Trévelez (como no!) y una fritura de verduras que nos aconsejaron (similar a la de "pescaito", pero con material de la huerta y una especie de tempura). Después pedimos varias sopas y gazpacho andaluz y más tarde solomillos de ternera (asados en leña) y piernas de cabrito guisadas con aroma de romero. Nos gustó todo y quedamos sorprendidos por la cantidad (dos solomillos por plato cuando lo normal es servir uno). Los postres también ricos.

El siguiente paso que deberían dar para mejorar sería incluir más referencias en la carta de vinos. Haberlas las hay, pero se echan en falta la variedad en cuanto a bodegas y DO. Tomamos un Ribera joven que nos aconsejaron (me sabe mal no recordar su nombre) que estuvo a la altura.

Al final de la comida nos dejaron varias botellas de licores en la mesa para invitarnos a cuanto quisiéramos (lástima que nos esperaba un sinuoso viaje de retorno). También nos enseñaron otros salones y nos acompañaron a un secadero de jamones. En resumen: una agradable comida.