BIEN PERO...

Esperaba más. Llevo 7 años veraneando en Xinzo de Limia, a 30 km. de Ourense y desde entonces nos ha interesado descubrir los buenos restaurantes de la provincia de Ourense. Haberlos haylos, aunque cuesta encontrar una experiencia redonda del todo. Finalmente, y después de algunos intentos que no cuajaron, pudimos rendir visita al templo de Flavio Morganti y su esposa Amalia. En general nos habían hablado muy en positivo.

¿Cabe decir que fue una mala experiencia? En absoluto. ¿Cabe decir que fue excepcional? Tampoco. Creo que fue una buena cena con algunos peros, algunos de ellos impropios, a mi entender.

Llegamos a la hermosa casa recuperada por Flavio y lo cierto es que la primera impresión es de aúpa. Excelente el gusto en la decoración, espacio cálido con decoración contemporánea, muy lograda la puesta en escena con unas inmensas cristaleras y unas mesas amplias. Cubertería, vajilla y copas a la altura de lo esperado. El servicio discreto, elegante, sobrio aunque algo distante. Flavio apareció hacia al final pero apenas un saludo lejano. Podíamos esperar más habiendo 6-7 mesas ocupadas. En fin, no es cuestión de dar la tabarra pero sí de interesarse más personalmente por cómo ha ido todo. En fin, sólo una sugerencia.

En cuanto a la comida. Se inició con un muy discreto aperitivo de tomate cherry, montado con mozzarella de búfala y un chupito de sopa fresca de sandía. En los entrantes me pedí los tortelloni de centeno con relleno de cocido gallego. El plato resulto ser dos tortelloni gigantes flotando sobre un cocido que, en sí mismo, estaba bueno, pero no era exactamente lo que esperaba. Los acompañanates pidieron el mil hojas de pulpo sobre fondo tibio de patatas, algo insípido la verdad y el carpaccio de ternera gallega, correcto. Los segundos subieron considerablemente el nivel. Yo pedí el lomo de vacuno, servido ligeramente poco hecho. Excelente calidad de la matería prima. Se justifica toda la puesta en escena sobre las vacas y su filosofía. Los otros pidieron el solomillode vaca con salsa de trufa, igualmente calificado de excepcional y los medallones de rape con habas de lourenzá, también excelentes. No así los tallarines con bogavante. En algún lugar debería decirse que lleva curry, ya que en este caso le estropeó el plato al comensal, el cual es reacio a casi todas las especias. En cualquier caso algo pasado de sal. De postres, compartimos dos tiramisús que despertaron opiniones encontradas. A mí me pareció una versión imaginativa, audaz, con mayor predominio del sabor del café, muy recomendable, para otros justamente todo lo contrario. Para gustos, colores. Regamos la comida con un Pago de Carraovejas 2007 (D.O Ribera del Duero) servido a temperatura incorrecta. Le sobraban 2-3 grados y para ellas Casal de Armán 2009 (D.O Ribeiro), excelente como casi siempre. En los postres acompañe con un Tokaji vendimia. Aunque me pareció corta la oferta de vinos dulces. Un pero imperdonable tratándose de un restaurante en Ourense es el pan. Cuando en cualquier restaurante de medio pelo te ponen un pan de horno excelso aquí se descuelgan con un chusco redondo de masa congelada que para más inri estaba duro. Insisto, incomprensible e impropio.

En resumen, luces y sombras (quizá demasiadas?) para un sitio pretende ser de referencia del buen comer en Ourense. Sales con una sensación agridulce. Podía haber estado mejor. No estaría en mis prioridades para recomendar en Ourense. He tenido experiencias mejores.

Cookies en verema.com

Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.

Aceptar